Sito en la parte central del valle del Jerte, la villa de Cabezuela del Valle, a la que se refiere el trío Carmen Mola en su último libro, El clan, evoca el pasado en sus calles de ascendencia medieval que motivaron su declaración como Conjunto Histórico-Artístico en 1998 y su inclusión en la red de Pueblos Mágicos de España.

“Es el pueblo más grande del valle del Jerte, aunque supera en muy poco los dos mil habitantes. En primavera, cuando florecen los cerezos, se llena de visitantes, pero a primeros de enero (y en otoño) es un lugar frío, bonito y acogedor, de esos en los que apetece quedarse a vivir”. Así se define en El clan a esta villa donde se esconde un personaje del libro.

Comunicada por el puerto de Honduras con Hervás y a través de la carretera nacional 110 con Plasencia y Ávila, está bañada por el río Jerte y tiene un casco histórico que rompe la estructura lineal de las demás villas, al presentarse con una forma urbanística triangular. Se desarrolló verticalmente desde el breve cerro en el que se fundó, en tiempos medievales, ampliándose luego por las laderas.

Pintoresca, con calles repinadas, vías laberínticas y callejones umbríos como los de la Cárcel o el Portal Viejo, que evocan su diseño de judería, tiene su calle principal en una vía paralela al río dividida en tres tramos –calles del Puente y del Hondón, y la plaza–, con su famoso crucero en el extremo. Ahí pueden verse los edificios con fachadas de sillares, en las que se exhiben escudos nobiliarios, símbolos, anagramas y leyendas pías. El antiguo Ayuntamiento, su iglesia, las ermitas y el despoblado de Vadillo merecen visitarse.