Durante muchos siglos las fábulas pintaron a los ogros como seres gigantes, verdes y temibles que atemorizaban a los niños. Una visión que terminó con la llegada al cine de Shrek, el héroe con aspecto de antihéroe que con su humor conquistó y sigue conquistando al público 20 años después.
El filme, estrenado el 18 de mayo de 2001, es una de las cintas de animación preferida por niños y adultos, gracias a su hilarante sentido del humor que hace reír a pequeños y grandes. ¿Su secreto? Su eterna juventud. Es una película que no pasa de moda y que se transmite de generación en generación, como los clásicos cuentos que aparecen en la película. Y es que Shrek es eso, un cuento de película.
Pese a que muchas personas creen que es una historia original del estudio DreamWorks, esto no es así. Está basada en el libro de 1900, Shrek! del escritor William Steig (viñetista en The New Yorker y autor de libros infantiles). Steig accedió a ceder los derechos de su libro debido a que sus hijos amaban al personaje y quería que lo vieran en la pantalla grande.
Shrek, que significa monstruo en Yidis y proviene del alemán monstruoschreck (miedo, susto o sobresalto), es un ogro solitario que descubre que su ciénaga está siendo ocupada por varias criaturas como Pinocho, Los tres cerditos o Blancanieves y los siete enanitos. Sus aventuras para tratar de recuperar su hogar le hacen amigo de un particular asno parlante que se convertirá en su inseparable amigo.
La historia de este singular ogro tiene su toque romántico con la princesa Fiona, de la que se enamora y con la que finalmente sella su final feliz.
Sin embargo, construir esta película no fue nada sencillo. En un primer momento la cinta iba a estar realizada completamente en stop-motion, pero debido a los altos costes de este tipo de animación y que el resultado no convencía al equipo, se optó por el ordenador, como explicó en la presentación en España de la película su productor y cofundador de DreamWorks, Jeffrey Katzenberg.
La animación de la película se cuidó hasta el extremo. Uno de los animadores llegó a darse una ducha de barro como la que disfruta Shrek al principio de la película para que el equipo pudiera ver y analizar cómo se movía el fluido sobre el cuerpo.
Esta fue una de las escenas más difíciles de animar, junto con el pelaje de asno que también resultó muy complejo. De ahí que contrataran a un equipo de efectos visuales para conseguir que cada uno de los pelos tuviera movimiento propio y pareciera pelaje real.