ceviche de carabinero y percebes; merluza a baja temperatura con falso caviar de ajo negro y, de postre, un cuscús de frambuesas con nitrógeno, helado de coco, bizcocho de chocolate y aire de menta. ¿Podría ser el menú de algún reputado chef con estrellas y soles en sus restaurantes? Es posible que sí, suena a eso; pero no, es lo que cocinó Josetxo, el niño de 11 años que el domingo se alzó con el trofeo de MasterChef junior: 12.000 euros destinados a su formación y un curso de cuatro días en el Basque Culinary Center en Donostia.
Acaba de terminar un nueva edición de la versión infantil del concurso de cocina de La 1 y siempre surgen muchas preguntas: ¿es buenos que los niños tengan interés por los fogones? Sí, pocos tendrían dudas. ¿Es bueno que niños de entre ocho y doce años peleen hasta la extenuación para ganar un premio? Es muy discutible, porque enfrentar lo competitivo y lo competente puede llegar a ser imposible. ¿Es del todo creíble que criaturas de esta edad puedan realizar con el visto bueno de los chef más acreditados ese menú? Hay quien lo duda, difícil parece.
La nota de prensa de RTVE, lo haría también otra cadena, pone en valor los resultados de audiencia. Muestra un producto elaborado, es evidente que en la pantalla no se ve ni la mitad de lo que ha ocurrido mientras se desarrollaba el concurso, pero sí unos platos que dejan sin aliento a los espectadores. “Estoy contento con mi trabajo porque creo que he servido unos buenos platos y espero que les guste. Estoy orgulloso de mi trabajo”, afirmó Josetxo minutos antes de saber que era el nuevo ganador del talent culinario.
platos de lujo No solo sorprende el menú de Josetxo, y tampoco es cuestión de no valorar sus habilidades entre los fogones y cómo se desenvuelve con las espumas y los hidrógenos, pero también los platos presentados por sus competidoras eran para dejar boquiabierto y salivando a más de uno. Pachu, una madrileña de 10 años con mucho desparpajo, sirvió como entrante un tartar de cigala con caviar de cítricos, emulsión de aguacate, mayonesa de kimchi y alga nori. El nombre de algunos productos que han utilizado estas criaturas no está dentro del vocabulario de la mayoría de los adultos y la wikipedia resulta imprescindible en algunos casos.
Pachu fue la finalista del concurso y no se privó de nada a la hora de preparar recetas de un nivel inalcanzable en muchos casos: bacalao frito con crema ligera de setas, huevo cocido a baja temperatura y trufa fue su plato principal y para rematar un postre que a muchos nos llevaría años aprender a hacerlo: milhojas con pasta bric, mousse de chocolate y coulis de frutos rojos. Aceptó con resignación la decisión del jurado compuesto por Pepe Rodríguez, Jordi Cruz, Samantha Vallejo-Nágera y Joan Roca, este último como invitado de honor. “Me da un poco de rabia no haberlo podido conseguir, porque he estado tan cerca, pero por otro lado estoy contenta y muy orgullosa porque he llegado hasta aquí y no a todo el mundo le pasa. MasterChef junior ha sido increíble”.
A sus diez años vislumbra claro su futuro, va a ser chef y su restaurante, diseñado en su imaginación, tiene nombre, El cielo, denominación muy apropiada porque está dispuesta a conseguir todas las estrellas Michelin posibles.
Expertos en espumas y en utilizar el hidrógeno, los niños que acuden a estos concursos muestran unas habilidades fuera de la común en la cocina por edad. Pero, ¿es necesario que emulen a Arzak, David Muñoz o Pedro Subijana? ¿Disfrutan compitiendo por hacer platos de alto nivel o disfrutaría más simplemente cocinando una buena tortilla de patata o unas alubias?
excesivo Los expertos televisivos que han seguido el programa apuntan hacia el agotamiento de este formato. También ha tenido momentos divertidos. Noa, una concursante de 10, quiso dar un toque verde a su plato y lo aliñó con detergente, eso sí, verde. En realidad, lo confundió con el sirope de pimientos que tenía a su lado. La criatura no se amilanó cuando se dio cuenta de su error, limpió el plato y presentó su plato de arroz.
Hay escenas tiernas y otras desternillantes, pero quizá elaborar un plato como el que David Muñoz, tres estrellas Michelin, sirve en DiverXO es excesivo. Es de destacar el empeño que ponen todos los participantes en sacar adelante sus menús, aunque algunos acaben con los nervios en el suelo. Hay otro menú también sorprendente y que emulaba a David Muñoz: Bocadillo de calamares con alioli de yuzu y cordero lechal a la brasa con albahaca tailandesa, tamarindo y boletus confitados. La cocinera, Candela, ocho años. Hasta Pepe Rodríguez exclamó el domingo: “¿Sabes qué platos de alta cocina hacía yo con ocho años? ¡Ninguno! Yo habría sido incapaz de hacerlo”.