Bilbao- Para muchos fue una broma de mal gusto, para otros, diversión en estado puro y para David Fernández, un personaje más en su carrera de actor, gestado en el programa de Buenafuente en La Sexta y que de forma sorpresiva llegó a representar a España RTVE en la edición de Eurovisión celebrada un 24 de mayo de 2008 en Belgrado. Esta semana ha pasado por el Teatro Campos junto con Juanra Bonet con la obra Dos, un diálogo que lleva tres años en cartel y retrocedió a lo que ocurrió hace diez años cuando se transmutó en un personaje muy singular.

Parece que teatro y televisión se ha convertido en una combinación perfecta.

-Si a esto se le puede añadir cine y radio, sería la leche. Yo me apunto a todo, a casi todo.

Un humorista que se transforma en todo tipo de personajes.

-No me considero ni humorista ni cómico. No soy un Andreu Buenafuente, Raúl Cimas o Berto, ellos son cómicos de verdad, yo solo soy actor; actor de comedia si quieres, pero ser humorista es mucho más. A mí la gente no me conoce por mi nombre, es por mis personajes: El gilipollas, El relleno, El Chikilicuatre? Con la comedia me gano la vida y me lo paso muy bien.

Y está en más de un programa televisivo.

-Voy al programa de Buenafuente de vez en cuando, no es algo fijo. Ahora estoy grabando la nueva temporada de Homo zapping. Pero también estoy haciendo una peli, hago un poco de todo, de todo lo que me sale.

Incluso a ir Eurovisión.

-Ja, ja, ja? Es verdad, fue una bonita experiencia. Una experiencia que llegó más lejos de lo que todos los que estábamos metidos en ella pensábamos.

Se lo puso usted muy difícil a Televisión Española cuando decidió convertirse en Rodolfo Chikilicuatre, ¡vaya personaje!

-Entrañable. ¿Dices difícil? Pues la verdad que no. Yo no hice nada. A mí me dicen: “¡Vaya la que liaste!” No, la liaron los que me votaron para ir Eurovisión. Fue la primera y única vez que se preguntó a la gente quién quería que fuera a Eurovisión.

¿Le extraña que fuera la única vez?

-Ja, ja, ja? Nadie se esperaba que Rodolfo Chikilicuatre fuera el elegido. Pero mira, la gente tenía ganas de cachondeo y me votaron a mí. ¿Sabes lo que más ilusión me hace de este personaje?

¿Qué consiguió mejor puesto que otros que se consideraban cantantes profesionales?

-Me gustaba que no era un personaje mío, de Buenafuente, de La Sexta o de El Terrat, fue un gag hecho entre todo el mundo que me votó. Había otros nueve candidatos más para votar y el 80% de los votos fueron para mí.

Empezó como una parodia sin pretensiones, pero ¿no sintió vértigo o miedo cuando se convirtió en el representante oficial de TVE?

-Pasé una mezcla de todo. Lo primero que sentí fue sorpresa. En la noche de la gala, estaba al lado de Raffaelfa Carrá convencido de que iba a ir La casa azul, me encantaba la canción que interpretaba. Cuando dijeron que era yo, fue sorpresa y estupefacción. Hasta que fui consciente de que me iba a Eurovisión pasaron unos días. ¡Qué días aquellos!

¿Es usted eurofan?

-Para nada. Algún año lo he visto, pero a veces estoy trabajando y no me entero.

¿Usted canta?

-¿Eh, cantar? No. Si soy sincero creo que no lo hago tan fatal y podría esforzarme un poquito y cantar mejor. Lo de Chikilicuatre fue una aventura, lo pasé bien y creo que el espectador también. También tengo que decir que quedé en la mitad de la tabla...

Vamos que dio una lección a algunos cantantes profesionales.

-Yo no he dicho eso. Los datos están ahí. Para mí fue diversión más que otra cosa, una experiencia, sobre todo porque sabía que cuando pasase ese día, Rodolfo Chikilicuatre dejaría de cantar, se jubilaría.

¿Se acuerda de la letra?

Ja, ja, ja? Sí, difícil y profunda no era. Pero lo que digo, Rodolfo está ya jubilado del mundo de la canción

Algunos se lo tomaron fatal.

-Ya lo sé, Chikilicuatre no era una burla, era una parodia que llegó muy lejos, más de lo que nosotros mismos creíamos.

¿Repetiría?

-¿Me dejarían? ¿Tú qué crees? No repetiría, con una vez basta.