bilbao - Su entusiasmo va más allá de la promoción. Oírle es como si ya tocáramos el planeta rojo con los dedos. Ni los 56º a los que rodó en Marruecos rebajan su alegría.
¿Cómo llegó a la producción más ambiciosa de NGC?
-Estaba rodando la segunda temporada de Narcos y tenía que ponerme en contacto con el director Everardo Gout, que estaba con este proyecto. Me llegó una solicitud de casting y me entusiasmé mucho porque además tenía muchas ganas de trabajar con él. Hice varias pruebas y en un mes me dieron la noticia.
¿Eligieron 2033 por algún motivo?
-Es una fecha que se baraja. Por ejemplo, Elon Musk, director y fundador de SpaceX (empresa norteamericana de transporte aeroespacial) y presidente de Tesla Motors, está convencido de que a principios de la década de los treinta va a mandar una tripulación a Marte. La NASA habla de unos añitos más, en la década de los cuarenta. En cualquier caso, será realidad por esas fechas. Todo lo que está ficcionado en la serie está basado en teorías científicas concretas. No hay nada dejado al azar ni a la imaginación. Por supuesto, todo se basa en los conocimientos que hay hasta la fecha pero a ver qué datos traen las expediciones que ya hay en Marte.
¿Ahora le parece más posible viajar a Marte e incluso vivir allí?
-El principal problema de ir a Marte ahora es que no se puede volver. Musk es el primero que ha desarrollado un sistema que permite aterrizar y volver a despegar, que es el problema a resolver. Se han hecho ensayos y funciona bien, es un avance enorme también para volver a la Luna o a otros planetas en el futuro. Pero hay otros peligros.
La serie empieza con problemas de aterrizaje de la nave ‘Daedalus’.
-Exacto, en una expedición así desde que uno sale de la Tierra hasta que muera de viejo en Marte vive en continuo riesgo. Despegar y el trayecto, que puede durar entre seis y ocho meses, tiene dificultades enormes pero el aterrizaje en Marte es uno de los peligros más grandes, es como volver a nacer prácticamente. Y esto va a ser así más allá de los avances científicos porque tiene que ver con las condiciones climáticas del planeta. Hay que acertar con el ciclo de la órbita de Marte alrededor del Sol, por eso 2033 no es aleatorio. Y ese año estaría más cerca de la Tierra que cualquier otro, por lo tanto el viaje se acortaría y los gastos serían menores.
¿Le ha resultado complicado rodar íntegramente en inglés?
-Interpretar en otro idioma lo es. Como hagas la sonoridad o la acentuación igual que en castellano, se mueren de risa o no entienden nada. Es un extra que genera más nervios. Pero no puedes estar demasiado preocupado de que se te entienda, tienes que interpretar.
O sea que no ha sido lo más difícil...
-Llevar al cuerpo toda la teoría científica ha sido más complicado: hay que romper con la codificación que tenemos sobre las leyes físicas de la Tierra porque en Marte hay otras. Por ejemplo, puedes estar en medio de un tornado y no sentir nada mientras que aquí estaríamos agarrados a una farola. Se habla de que allí podíamos ser casi superhombres y, por ejemplo, levantar una roca de 150 kilos con un brazo sin problemas. Sin embargo, las radiaciones solares podrían consumirnos en pocas horas. Por mucho traje que nos pongamos, la exposición de los seres humanos fuera de la base tiene que ser muy limitada. Es un riesgo bastante grande.
Eso una vez allí... ¿y antes?
-La presión en el despegue de una nave espacial puede incluso fisurarte las costillas y también el aterrizaje en Marte. Hay complicaciones físicas que te explican, pero no existe una experiencia similar en la vida. Tuvimos que tirar de la infraestructura técnica que pusieron a nuestra disposición (la dirección artística es impresionante) y la nave tenía unos niveles de movimiento para ayudar a la cámara a generar el efecto de la presión atmosférica al salir de la Tierra y al entrar en Marte. Pero los actores tenemos que hacer carne esos saberes teóricos que nos explican. Siempre hemos tenido a alguien asesorándonos y diciendo, por ejemplo, “aquí no puedes ni mover el cuello, porque la presión te deja petrificado en la silla”.
Una curiosidad, ¿de pequeño quería ser astronauta?
-Sí, claro; atravesé la etapa de astronauta y después la de arqueólogo.