ÚLTIMAMENTE, los gitanos están más visibles que nunca en el cine de ciertas latitudes. La húngara Solo el viento mostraba a los gitanos como víctimas que eran rechazadas y tiroteadas en un suceso duro y sangriento. La polaca Papusza, otro reciente ejemplo, contaba la historia de la primera poetisa gitana reconocida. Otra cosa es lo que sucede en otras industrias (mejor no recordar la infumable Gitano, con Joaquín Cortes y Laetitia Casta).
La mujer del chatarrero (Gran Premio del Jurado en la Berlinale del año pasado) está en otra liga. Varios actores no profesionales reconstruyen un episodio real. La familia protagonista vive lejos del casco histórico de Bosnia-Herzegovina. Nasif, el padre, se gana la vida desguazando coches viejos y vendiendo las piezas. Senada, la madre, se ocupa de la casa. Un día, siente un fuerte dolor en el abdomen. El precio de la operación supera con creces las posibilidades económicas de la familia, y el director del hospital le niega el tratamiento. Empieza una carrera contrarreloj mientras aumenta su desesperación.