¿Qué sería de Gloria sin Paulina García? Mejor ni imaginarlo. Entra dentro de la lógica que ganara a la dama europea de la interpretación, Deneuve, en la competición de la Berlinale. Paulina García está soberbia. Y gracias a ella, estamos ante una película inolvidable. Una oda a la mirada perdida, curiosa, humana. Al homenaje emocional de la música. El personaje comienza cantando y necesita comunicarse a través de la música (un concepto más profundo que en el resto de las películas que articulan una banda sonora más o menos oportuna). Cantar supone exorcizar las penas y sentirse viva. Pocas veces se había manifestado así en el cine. Por eso mismo, merece mucho la pena verla juguetear, sentir, escuchar, mirar, beber, vibrar, llorar o gritar. Cuando un personaje es tan auténtico y maravilloso, ¿para qué queremos más? Terminará tarareando la archiconocida canción de Umberto Tozzi (aunque son más conocidas las versiones). La culpa es de Gloria. Una de esas mujeres extraordinarias que pasan más o menos desapercibidas y que claman atención y estabilidad (emocional). Que necesitan sus momentos de vida y perdición. Momentos de gloria.

Dirección: Sebastián Lelio. Guion: Sebastián Lelio y Gonzalo Maza. Intérpretes: Paulina García, Sergio Hernández y Coca Guazzini. Fotografía: Benjamín Echazarreta.