Fernando Guzzoni realiza una película ensimismada en un viraje hacia la reconversión. El protagonista, Alejandro, es un personaje con un pasado oscuro (nos dan algunas pistas de su función en un Chile que mira a un futuro de heridas reabiertas) , presentado a través de sus reacciones diversas frente al dolor y la muerte. De hecho, el director, sabiamente, juega en los escenarios de duelo para retratar una personalidad compleja, acomplejada, elíptica y violenta.
Desde la primera escena, le vemos hacerse daño tras una llamada telefónica. Después asiste a un velatorio o a un cruel entierro. Así, el espectador debe asumir las reglas que han regido la vida de este peculiar hombre, que no verbaliza sobre su pasado sino que actúa con extrema crueldad y parsimonia frente a los hechos que están marcando su vida. El pasado, un pasado metafórico, deambula por el presente de un hombre desubicado.
Estamos ante la dirección de un prometedor director que juega las bazas de un pasado fantasmagórico y que narra, con una información no tan diáfana, la construcción de un monstruo. El director invade su intimidad violentada y trastoca la tranquilidad del espectador.
Dirección y guion: Fernando Guzzoni. Intérpretes: Alejandro Goic, Alfredo Castro, Amparo Noguera, María Gracia Omegna, Manuela Oyarzún. Nacionalidad: Chile. Premio: Premio Nuevos Directores (Zinemaldia 2012).