bilbao. A Egoitz Ríos le ha sido difícil mantener en secreto durante cinco meses que él era El conquistador del Fin del Mundo de 2010: "La gente te veía por la calle y te preguntaba. Sí ha sido difícil, pero ya ha acabado todo y ya está". En el reality de ETB-2 se ha enfrentado a su hermano gemelo, Ekaitz. Ambos consiguieron llegar a la final. Tienen 20 años, son de Galdakao y semana a semana, desde el 10 de enero, han visto cómo su popularidad se acrecentaba. "La gente te miraba y se ponía a cuchichear, te para y te pide autógrafos y yo, que soy un poco vergonzoso, lo paso un poco mal, siento vergüenza". Riéndose recuerda el motivo que les llevó a ambos de Galdakao a la Patagonia Atlántica: "Un día nos llamó mi madre y nos dijo que había visto el anuncio para el casting del programa y que nos podíamos presentar los dos. Creo que quería una temporada tranquilita".

obedientes Egoitz y Ekaitz, muy obedientes, no dudaron en seguir los consejos maternos y se presentaron a las pruebas: "En cuanto nos vieron nos dijeron que adelante, que hiciéramos las pruebas y poco después nos llamaron, tuvimos mucha suerte". Estuvieron juntos en la primera parte, bajo las ordenes de Manu Maritxalar. Se apoyaron en los momentos más duros, pero después llegó la separación con la incorporación de los dos capitanes: Juanito Oiarzabal y José Luis Korta.

Dice que no ha sido dura la competencia entre gemelos: "Siempre hay un poco más de pique por el hecho de ser hermanos. Pero al final tenía que competir con todos, no sólo con él. La experiencia es dura a todo los niveles, pero merece la pena".

premio compartido Además de la satisfacción de ser el ganador de esta edición, la más exitosa de todas, está el premio en metálico, 18.000 euros: "Habíamos hablado de que si uno de los dos ganaba el premio sería compartido. Lo prometido hay que cumplirlo y lo voy a hacer, eso está muy claro". Lo que no tiene claro es qué va a hacer con el dinero que ha conseguido: "Algo haremos y a mi madre también le caerá algo, de ella partió la idea de que fuéramos".

Nunca pensó, y su gemelo tampoco, que uno de los dos llegaría a alzarse con el premio final. Tras finalizar el concurso es hora de hacer balance y ver cómo se ha vivido la aventura de la Patagonia. "Es una experiencia dura, muy dura, pero merece la pena vivirla. Es una experiencia única y que, posiblemente sólo se vive una vez. Yo animo a todo el mundo a que se apunte y compruebe todo lo que se puede aprender, no se pierde nada por ir al casting". Esta es la recomendación de Egoitz a los que se estén pensando acudir a las pruebas que se anunciaron el domingo.

A la hora valorar la dureza de las pruebas o de la convivencia, tiene pocas dudas: "Los retos, las pruebas, no son fáciles, tienen un componente de dureza física considerable, pero quizá sea más difícil la convivencia; tienes que vivir un tiempo y compartir muchas cosas con gente que no conoces de nada". En las semanas de aventura reconoce que ha hecho amigos entre los veinticinco concursantes que han participado en esta edición. ¿Volverías a repetir?: "Por supuesto, voy con los ojos cerrados".

gente especial De esta edición se ha dicho había muchos concursantes frikis: "Supongo que no sería por mí, ¿no? Yo no diría que había gente friki, eso no, diría personas especiales". Uno de sus peores recuerdos es la sensación de hambre que han tenido durante el tiempo que ha durado el concurso: "Eso ha sido lo peor, adelgacé once kilos en un mes. También hemos pasado frío, las temperaturas eran muy bajas, pero teníamos buena ropa. Lo peor de todo, sin dudar, el hambre". Sonríe cuando recuerda el momento de abandonar la aventura: "Nos dimos un atracón en el motel que vamos... Primero una duchita y teníamos un antojo tremendo de dulce de leche. La salida fue estupenda para los cuatro, nos relajamos un montón".

También ha hecho su análisis particular: "Después de haber vivido una aventura de estas características te das cuenta de que con qué poco se puede sobrevivir y los gastos que tenemos todos en nuestras vidas normales".