“Mi hija fue agredida sexualmente en diciembre de 2023 y el caso está a punto de ser archivado”. Así es como Enrique, el padre de la víctima, comienza explicando la violenta situación que tuvo que vivir su hija hace un año y medio. Un caso que será archivado el próximo miércoles, 18 de junio, a falta de que se emita una orden para hacer una prueba de ADN a uno de los dos presuntos autores.

Los hechos tuvieron lugar un sábado de diciembre del año 2023 en el que un grupo de personas, entre ellos la víctima y los dos supuestos autores, estaba haciendo botellón. Según cuenta el padre, al principio había más gente hasta que se quedaron las tres personas solas. “Lo que nos contó nuestra hija es que en el primer vaso que bebió ya se empezó a sentir como mareada, a sentirse mal y como a perder el control”, apunta Enrique, quien fue a recoger a su hija ese día “porque no la localizábamos”.

Cuando dio con ella se dio cuenta que estaba “como ida, no borracha. Mi hija no fuma porros y lo primero que le pregunté es si había fumado algo”. En ese momento tenía 17 años y “nunca la habíamos visto así”. Cuando su padre fue a buscarla estaba con los dos presuntos autores de los hechos.

Falta de una prueba

En ese instante, sin pensar en que su hija había sido agredida sexualmente, les dio las gracias por acompañarla hasta que llegase. No fue hasta dos días después, el lunes, cuando su hija contó lo que había sucedido. “Iniciamos el protocolo de hospital, Ertzaintza, denuncia y todo el proceso”, indica.

Al ser uno mayor y otro menor de edad, se abrieron dos casos de manera paralela, uno en la Fiscalía de Menores y otro en un Juzgado de Instrucción de Bilbao. “Cuando hacen la prueba pertinente a mi hija encuentran ADN de otra persona en su cuerpo, restos biológicos”, expone el padre.

Posteriormente, tal y como matiza, se procede a realizar las pruebas de ADN al mayor de edad, las cuales dan negativo pese a que posteriormente reconoció haberle "metido mano", según el padre de la víctima, mientras que al menor nunca se le practican. “Se le dice que puede hacerlo voluntariamente pero no lo hace”, ilustra Enrique, quien añade que “también se niega a declarar”.

Miedo a archivar la causa

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A falta de una semana para que el caso quede archivado, "no quiero que la violación de mi hija quede impune", manifiesta. Por este motivo, el padre denuncia “la pasividad de la Fiscalía ante un caso tan grave como es el de violación”. “Es una prueba vital que no se solicita a un acusado en un caso de violación”, destaca.

El miedo de que se archive la causa, sostiene, generaría “un perjuicio psicológico y emocional además del que ya lleva porque ella piense que no la crean”. En esta dirección, el padre critica que “tenemos restos biológicos con un ADN que nadie va a cotejar”. Un suceso que a día de hoy sigue ocasionando pesadillas en la hija de Enrique. “Durmiendo grita ‘No’ en varias ocasiones y se agarra la ropa, eso no se puede inventar o fingir porque está dormida”, apostilla Enrique, quien remarca la denuncia de la “no acción” de la Fiscalía.