Tras semanas de estudios por parte de Salud Pública ya se conoce cuál es el origen del plomo que provocó una intoxicación a una familia de Getxo. La investigación médica y sanitaria ha confirmado que el foco de contaminación estuvo en la jarra y el frutero de cerámica esmaltada que compraron hace más de una década en Almería.
Durante estas semanas, tanto Beatriz Egaña como su marido Pedro Mari han estado durmiendo fuera del domicilio hasta que concluyesen las pruebas. "Finalmente es la jarra y el frutero", apunta Bea Sever, hija de Beatriz Egaña. De esta manera ya se sabe cuál es el foco que ha tenido a toda la familia en vilo durante las últimas semanas.
Las pruebas en el domicilio de Beatriz y Pedro Mari comenzaron el pasado lunes, 5 de mayo, con el objetivo de buscar el motivo por el que varias personas de la familia se han intoxicado por plomo. Los análisis los realizaron "el día del apagón" por lo que hubo "falsos positivos".
Ante el asombro de tantos familiares con un resultado positivo volvieron a realizar las pruebas. Finalmente son cinco las personas intoxicadas: Beatriz Egaña, Pedro Mari y los tres nietos. Con la medicación han logrado bajar los niveles y afortunadamente todos se encuentran "mucho mejor".
Secuencia de los hechos
Los síntomas comenzaron en noviembre del año pasado, cuando a Beatriz Egaña le comenzó a doler mucho el pecho, le costaba respirar y tenía una fatiga “tremenda”. El día clave fue cuando estaba con sus nietos y se dio cuenta de que "no podía más".
Tras realizarle un análisis se le detectó niveles elevadísimos de plomo en sangre, un valor de 737, cuando el máximo es de 50. "Los sanitarios no se explicaban cómo había llegado hasta allí, porque estaba sin sangre”, recordaba Egaña. Su hija, Bea Sever, admitió estar muy asustada "porque ha sido todo diciembre y enero con ingresos hospitalarios sin saber qué era, pensábamos que se moría”.
El siguiente paso era saber de dónde procedía el plomo que se había ido almacenando en su organismo. El departamento de Salud Pública del Gobierno vasco realizó una investigación en el propio domicilio de la mujer para conocer cuáles eran las posibles fuentes de contaminación.
Le pidieron que tuviese el agua estancada durante doce horas. Tras los análisis conocieron que el problema “venía del agua de la jarra” de la que bebían la mayor parte de la familia. “Calculo que nos tomábamos un chupito de veneno por cada vaso que bebíamos de la jarra”, cuantifica Egaña. No obstante, al ser falsos positivos la investigación ha concluido con la confirmación de que el foco de contaminación estuvo en la jarra y el frutero de cerámica esmaltada que compraron hace más de una década en Almería.