El acusado del doble crimen de Abanto-Zierbena en marzo de 2020 habría propuesto a su esposa suicidarse juntos, pero ella no aceptó y le dijo que quería seguir viviendo. Así lo explicó el acusado al equipo de psiquiatras y psicólogos de la Unidad de Valoración Forense Integral, que en su informe pericial describieron que tenía un “perfil narcisista”, cuya actuación era más propia de un homicida que de un suicida, y que descartaron que sufriera psicosis o que tuviera su imputabilidad alterada. Sin embargo, la psiquiatra que atendió al único acusado en la cárcel de Basauri aseguró que F. M. S. sufría desde hacía años “un trastorno depresivo mayor” que no lo había contado a su familia.

En el juicio que se sigue en la Audiencia de Bizkaia contra F. M. S. por los asesinatos de su esposa y su hija, el jurado popular escuchó ayer miércoles los detalles de los informes de las autopsias de las dos mujeres, que fallecieron desangradas tras haber sido degolladas con un cuchillo de sierra. Los forenses y los psiquiatras presentaron en la vista oral los informes periciales que incluyen los informes sobre el estado psicológico del acusado. En los mismos, los forenses concluyeron que instantes antes de desangrarse ambas habían recibido varios impactos en la cabeza que presentaban “traumatismos que provocaron fractura y hundimiento del cráneo”, compatibles “con golpes de gran virulencia” con una maza de 8 kilos encontrada en la cocina del domicilio.

Esa lesión previa “provocó aturdimiento e inmovilidad” en las víctimas y una de ellas presentaba lesiones en los brazos compatibles con una “defensa leve”. Ambas estaban vivas cuando el agresor les clavó el cuchillo “con tal intensidad” que les seccionó órganos de la vía respiratoria, de la vía digestiva, venas y arterias, y hasta afectó una vértebra de la joven y causó una fractura en la madre hasta la médula espinal.

Después se presentaron dos informes sobre el estado de salud psicológica del acusado, a cuya defensa interesa que se valore como atenuante psicológica haber sufrido el día de autos “un brote psicótico” tras años de depresión y consumo abusivo de alcohol y ansiolíticos. El informe elaborado por especialistas de la Unidad de Valoración Forense Integral de Bizkaia se realizó tras entrevistas con el acusado, su historial médico de Osakidetza y analizando las autopsias sobre cómo se cometió el doble crimen y destaca que, “como en otros feminicidios, destaca la alta violencia” empleada. Es “significativo el método tan brutal” que escoge para causar la muerte de su esposa e hija y el supuesto “método indoloro” que dice que iba a usar para suicidarse después, tras ingerir pastillas. “De perfil narcisista”, compatible con un carácter “manipulador y ególatra” y “de tono altivo”, describía las relaciones familiares respecto a sí mismo y les contó que se sentía “excluido” de la relación que tenían madre e hija y “frustrado” ante su vida.

De personalidad “melancólica, de ánimo bajo, depresivo, insatisfecho”, no pudo sufrir un brote psicótico sin que pasara desapercibido, destacaron ayer los peritos, ya que hizo un relato subjetivo pero “totalmente coherente” de los hechos y no había elementos que pudieran apuntar una patología.

Desorden en casa

Sobre el desorden de la casa, los expertos estimaron que puede encajar con que la esposa, cuyo cadáver presentaba alcohol en sangre, se encontrara cansada y algo depresiva, hubiera desatendido la casa y su cuidado personal. A su entender, no se puede descartar un clima familiar “hermético” en el que vivirían las dos víctimas y que hubiera situaciones violentas previas al crimen que ninguno hubiera contado. Por contra, la psiquiatra que le trata en la prisión de Basauri hizo hincapié en que F. M. S. sufría “un trastorno depresivo mayor” que no lo había contado a su familia “por no preocuparles” y “una depresión que no se trata, empeora” y “entró en el terreno de enajenación mental y de la psicosis con alteración de la percepción de la realidad”, cuando cometió el crimen.

Además, la experta contó que la gravedad del caso y la imposibilidad de atenderle con los medios a su alcance en la prisión, hizo que la médico solicitara su traslado a un centro psiquiátrico porque tenía un elevado grado de riesgo de suicidio, pero siguió en la cárcel y el año pasado ingirió 140 pastillas por lo que estuvo en la UCI. En este sentido, explicó que “un 9% de los enfermos mentales graves descompensados cometen delitos y un 3%, matan”.

El único acusado se enfrenta a una petición de entre 47 años y 50 años de prisión por parte la Fiscalía y el resto de partes de la acusación, que le atribuyen sendos delitos de asesinato con alevosía, mientras que la defensa considera los hechos como un homicidio y propone una pena de ocho años de cárcel por cada una de las muertes, con cumplimiento simultáneo.