Bilbao - Alrededor de un centenar de viajeros de un tren de Renfe se quedó ayer atrapado y a oscuras durante hora y veinte minutos en el interior del túnel de Peñota poco después de abandonar la estación de Portugalete. Afortunadamente, nadie resultó herido. Entre el grupo de pasajeros se encontraban 55 escolares adolescentes que se tomaron la situación con tranquilidad. Aunque en un principio se pensó en rescatar a los viajeros sacándolos a pie por el túnel, finalmente no hizo falta al conseguir dar energía de forma manual al convoy para que pudiera llegar a la estación término de Santurtzi.
La pequeña odisea, que protagonizaron en su gran mayoría vecinos de Santurtzi, comenzó a las 13.42 horas poco después de que el convoy que cubría la línea de Cercanías C-1 entre Bilbao y la localidad costera saliera de la estación de Portugalete y entrara en el túnel de Peñota. Apenas había recorrido unas decenas de metros dentro de la galería “cuando un frenazo leve dio paso a una bajada de tensión de luz que volvió por un instante para apagarse definitivamente segundos después”, explicó una pasajera a este periódico. El susto de los viajeros fue evidente pero las luces de emergencia del convoy, que se encendieron automáticamente, ayudó a que mantuvieran la calma. Sin embargo, este escenario duró poco más de cinco minutos, los que tardó en apagarse la iluminación provisional. Después, oscuridad total. Solo las linternas de los móviles y la luz que desprendían las pantallas de aquellos teléfonos que tenían cobertura aliviaron el negro escenario.
Al principio chanzas y risas, alimentadas con la algarabía montada por los escolares del colegio San José Carmelitas que viajaban en el primero de los tres coches del tren, fueron las protagonistas. Pero, según pasaban los minutos, la preocupación iba en aumento.
Afortunadamente, se diluyó cuando varios empleados de Renfe informaron en persona de la situación. “Nos dijeron que era un fallo de energía y que iba para largo”, dijo otro viajero.
Las explicaciones fueron exhaustivas. En un principio intentaron mover la unidad reactivando el motor con la cabeza tractora; después lo intentaron con el motor del último coche. No hubo suerte, por lo que tuvieron que llamar a los técnicos de Adif. Mientras llegaban y examinaban la unidad con urgencia, la camaradería hizo acto de presencia entre tanta oscuridad. Aquellos que tenían cobertura en sus móviles los cedieron a los que carecían de ella. Mientras tanto, el calor existente en el primer coche por el número de viajeros que lo ocupaban llevó a los empleados de Renfe a abrir dos de las puertas quedándose dos de ellos guardándolas para evitar caídas. Incluso apoyó un empleado de Renfe que viajaba como pasajero.
“El tiempo pasaba y la angustia empezaba a verse en algunos viajeros”, indicó uno de ellos. La tensión se alivió cuando los ferroviarios informaron de que ya estaba en camino una solución en forma de voluntarios de Protección Civil y Bomberos forales que les iban a ayudar a bajar de la unidad y trasladarlos hasta la cercana estación de Portugalete.
Pero no fue necesario. Los técnicos de Adif consiguieron manualmente dotar de energía suficiente al convoy para que arrancara y pudiera llegar hasta Santurtzi. Eran las 14.54 horas. Unos minutos después, los afectados llegaban al andén tras habituarse de nuevo sus ojos a la luz del día. Varios viajeros con bastante mosqueo encima acudieron a la taquilla para poner una reclamación. Otros quisieron obtener un comprobante para entregar en el trabajo por el retraso. Los más, salieron rápidamente camino de sus casas. El susto había pasado.