Etxebarri - El juicio por el presunto caso de mobbing inmobiliario en Etxebarri continuó ayer con la declaración de los testigos de la defensa y la Fiscalía: vecinos y antiguos clientes del bar La Frontera, ubicado en el bajo del edificio de Lezama Leguizamon; policías que entre 2010 y 2012 trabajaron en la comisaría de este municipio, y agentes de la Er-tzainetxea de Basauri. Los primeros dijeron haber visto cómo la familia de etnia gitana del segundo piso espantaba a los clientes con gritos y arrojando objetos desde la ventana a la terraza de la taberna que "quedó inutilizada". "Tiraban escupitajos, colillas, agua, restos de las jaulas de los pájaros...", reconocieron los testigos, miembros del grupo de apoyo formado para ayudar a las hermanas Lujua, las demandantes en el juicio. "Los clientes cogieron miedo y dejaron de ir", explicaron.
Tal y como relataron, con esta actitud "han conseguido que el bar no valga nada" y que incluso haya cerrado sus puertas "hace uno o dos meses". Uno de los clientes del negocio afirmó además haber escuchado en varias ocasiones gritos desde el piso de arriba explicando que la familia había recalado en esa vivienda "enviados por el dueño del edificio para hacer daño a las hermanas Lujua". Frases similares también salieron de la boca del patriarca de la familia, -según los ertzainas- y de otros inquilinos, a tenor de los testimonios de los policías municipales. Estos también apuntaron que los insultos entre la familia y las habitantes antiguas "eran mutuos" y que fueron requeridos en reiteradas ocasiones "varias veces por semana" tanto por las hermanas como por la familia del segundo piso.
"Había un problema de convivencia", señalaron, "desde el mismo día" que recalaron los recién llegados a los que ya llamaron la atención cuando vieron a un niño "hacer sus necesidades en la calle", expusieron.