Karrantza - Hace dos años, el robo de la estatua que representaba al indiano Romualdo Chavarri sobresaltó e indignó a los vecinos de Karrantza. En aquel momento se sospechó que la obra, que nunca apareció, fue fundida. El mismo destino que podrían tener las dos campanas, también de bronce y unos cien kilos de peso cada una, que se esfumaron de la iglesia de San Martín de Presa el martes por la tarde. Los vecinos del barrio dieron la voz de alarma al observar un movimiento inusual cerca del templo para ser las 20.00 horas, pero por desgracia, los ladrones ya habían huido con el botín.

"Es el primer incidente de este tipo que se produce en una iglesia, al menos en los cuatro años que llevó aquí", señaló el párroco de Karran-tza, José María Delclaux, que tiene previsto interponer hoy la correspondiente denuncia. El valle más extenso de Bizkaia cuenta con "16 parroquias y 18 templos dispersos entre sí". Un abundante patrimonio cuya conservación preocupa al Ayuntamiento. "Aunque aquí no lo habíamos sufrido hasta ahora, sabemos que en otros lugares se han producido y se producen robos en edificios religiosos", aseguran fuentes municipales.

Y es que, a la vista de los hechos, al Consistorio le inquieta que la distancia entre el medio centenar de barrios, que abarcan más de 130 kilómetros cuadrados, se lo ponga fácil a los delincuentes. Por ello, insta a los vecinos a "dar aviso al propio Ayuntamiento o a la Ertzaintza ante la más mínima duda", según indica el concejal Rafa Arriola, "ya que la Ertzaintza nos ha avisado de que se ha producido un ligero repunte en el número de hurtos, sobre todo en viviendas que no son residencia habitual".

Precisamente, las dimensiones del municipio dificultan la puesta en marcha de más medidas de control sobre casas o elementos artísticos. "Es muy complicado mantener la alarma cuando los barrios están tan dispersos. Lo único que podríamos hacer sería reforzar el alumbrado", afirman.

En Karrantza aún recuerdan el robo de la escultura de 200 kilos de peso que mostraba al terrateniente Romualdo Chavarri sentado en una silla. Personal de Unesco Etxea y del Ayuntamiento de Karran-tza descubrieron que la obra encargada al catalán Josep Montserrat Portella en 1899 había desaparecido cuando se disponían a visitar la iglesia antigua de Biañez en mayo de 2012. Desde entonces, nada se ha sabido de una de las piezas más importantes del patrimonio local.