Entre los cambios necesarios para impulsar una movilidad urbana con criterios de sostenibilidad y garantizar un ambiente más sano en la ciudad, está la bicicleta. Las instituciones se proponen que tenga un papel cada vez más destacado como medio de transporte.

Combinando y complementando diversos medios de transporte público, las bicicletas que organismos como los ayuntamientos pueden poner a disposición de los ciudadanos, pueden acercar a los vecinos a sus lugares de trabajo, estudio, ocio o residencia. El objetivo fomentar la movilidad en bicicleta propiciando la implantación de este servicio.

Los datos dicen que el transporte representa cerca de un quinto de la demanda mundial de energía y un cuarto de las emisiones de CO2. La contaminación, como los niveles de tráfico y ruido, son algunas de las causas que han impulsado al uso de este vehículo de dos ruedas. Pero no hay que dejar de lado otra causa: el aumento de la población.

Los expertos aseguran que en 2030 habrá 8.500 millones de personas en el planeta y 9.700 millones en 2050. Es decir: superpoblación, una emergencia que requiere formas de movilidad alternativas y más sostenibles que eviten el uso de combustibles fósiles. Así que, las ciudades están comenzando a desarrollar planes de movilidad sostenible, donde la bicicleta ha tomado un importante protagonismo.

Para que los ciudadanos se trasladen en este medio de transporte hay que aumentar la infraestructura ciclista en las ciudades, y hacerla atractiva para animar a su uso. Y para ello se crean carriles bici segregados, si bien es cierto que la orografía y el clima influyen. La infraestructura debe aportar seguridad al usuario por encima de todo, con una red ciclista en ciertas vías y por medio de la tranquilización del tráfico en las que tengan menos capacidad.

La Coordinadora en defensa de la bici, ConBici, añade servicios: es básico que junto a la infraestructura ciclable se dote de una infraestructura de aparcamientos seguros de bicicleta y un servicio de bicicleta pública de préstamo. Además de crear una cultura ciclista: La difusión, promoción y formación deben acompañar a la infraestructuras ciclistas dándose a conocer y promover la bicicleta como un elemento de movilidad urbana y turismo, evitando potenciar a la bicicleta como elemento de ocio y deporte en exclusiva, aseguran.

Combinación con el transporte público

Hay una lista de imprescindibles: aparcamientos seguros, fáciles y cómodos; servicios de bicicleta pública compartida e intermodalidad entre diversos sistemas de transporte público (La intermodalidad entre la bicicleta y los transportes públicos, como Renfe en líneas de media distancia y cercanías, sirven para aumentar el público potencial de estos y para facilitar la movilidad como servicio).

Hay que tener en cuenta que fomentar el desplazamiento en bicicleta puede tener un gran impacto en la vida de los niños ya que contribuye a mejorar la contaminación medioambiental o hacer más seguros los entornos escolares.

De los países europeos, el Estado español es uno donde más gente se desplaza caminando en las ciudades. Sin embargo, durante los años del boom inmobiliario las urbes se han expandido y las distancias son mayores en los desplazamientos urbanos. Como consecuencia se han trasladado al extrarradio los lugares de ocio y los centros laborales y educativos.

No han conseguido escapar a este fenómeno ni si quiera las consideradas como modelo de ciudad sostenible, como ocurre con Gasteiz, donde, aunque se ha reducido el uso del automóvil, ahora es necesario recorrer distancias mayores, lo que se traduce en una mayor dependencia del transporte público motorizado. Todo esto no se lo pone fácil a la bicicleta para su proliferación, sino que tiene que abrirse paso en un modelo de ciudad diseñado exclusivamente para el automóvil.

¿Carretera o acera?

Hay una cuestión que genera posturas encontradas, como la introducción de la bicicleta en la ciudad invadiendo el espacio del coche o si, por el contrario, debe hacerse creando vías segregadas. La presencia de ciclistas en la calzada hace que los conductores se conciencien, a pesar de que los inicios de esta convivencia pueden ser hostiles. Tienen que disminuir la velocidad, pero en el caso de las vías 30 en cuestión de años se ha conseguido un mayor respeto a los ciclistas.

En el caso de circular por la calzada, puede retraer a mucha gente y excluir a algunos perfiles de usuarios con mayor vulnerabilidad porque se les puede percibir .como un riesgo riesgo, si bien eso disminuye con el uso de la bicicleta. Hay usuarios que opinan que los carriles bici no son siempre una buena solución ya que sólo será útil si invade el espacio del coche, nunca el del peatón.

En mayor o menor medida, pedalear es una opción que va teniendo cada vez más adeptos, más con las bicicletas eléctricas cuyo motor hace que cuando el camino se inclina, el esfuerzo físico no sea duro. Su alquiler crece en las ciudades que facilitan puntos de recogida y anclaje distribuidos por la localidad.