Según esta idea, la fruta quedaría “flotando” sobre el resto de los alimentos esperando su turno para digerirse, lo que favorecería su descomposición.
Pero esta teoría, tan popular como errónea, no se sustenta en cómo funciona realmente el sistema digestivo.Según explica la divulgadora científica Boticaria García, esta idea es en realidad “una leyenda que cuenta que la fruta se queda flotando encima de la comida y fermenta produciendo gases”. Y como muchas leyendas, tiene “una patita de verdad”, pero distorsionada.
El orden digestivo
Uno de los errores fundamentales detrás de este mito es la forma en que se entiende el funcionamiento del estómago. No hay un orden de entrada que determine un orden de digestión. Boticaria lo resume con claridad al decir que “el estómago no funciona como la cola de la pescadería. Los alimentos no se apilan ahí esperando turno. No, se mezclan y se digieren juntos”. Por tanto, la fruta no se queda retenida encima de la comida, sino que forma parte del proceso digestivo general desde el momento en que se ingiere.
¿Puede fermentar algo en el estómago?
Para que un alimento fermente, se necesita la presencia de bacterias que actúen sobre los azúcares. Pero el estómago no es el lugar donde eso sucede porque, básicamente, las bacterias no tienen condiciones adecuadas para sobrevivir ni proliferar.
Como señala Boticaria: “En el estómago, con un pH ácido de 1 a 3, las bacterias como que no están muy cómodas”. Por eso, “prefieren irse más abajo, al colon, ahí donde el ambiente es más neutro, y ahí se monta la fiesta”.
La fermentación, por tanto, ocurre en el intestino grueso, y no porque la fruta se tome al final de la comida, sino por otras razones relacionadas con cómo se digiere.
Frutas y gases
Hay personas que sí pueden experimentar molestias al tomar fruta, pero la causa no está en el momento en que la comen, sino en cómo la digieren.
Tal como explica Boticaria García, “lo que sí puede pasar es que algunas frutas ricas en fructosa, o ciertos azúcares como los famosos FODMAPs, no se absorben bien en algunas personas. Y en su viaje por nuestras tripas llegan hasta el colon, y ahí sí, ahí están las bacterias, y fermentan. Esto puede dar gases o hinchazón”.
En este contexto, no es la fruta en sí la que provoca malestar, sino una condición digestiva concreta, como “el SIBO o el colon irritable”, que hace que esos azúcares lleguen sin digerir hasta el intestino grueso, donde sí se produce fermentación.
Por eso, Boticaria insiste en que “si no es tu caso, puedes seguir tomando fruta de postre. No solo no fermenta, sino que puede ayudarte a mejorar el tránsito o la saciedad”.
En ausencia de esas patologías digestivas, tomar fruta de postre no solo no es perjudicial, sino que puede ser muy recomendable. Aporta fibra, favorece el tránsito intestinal y genera saciedad. Además, ayuda a reducir el consumo de postres ultraprocesados o ricos en azúcares añadidos que sí pueden terminar por generar problemas digestivos más graves.
La ciencia es clara
La fruta no fermenta en el estómago cuando se toma como postre. El ambiente ácido impide que las bacterias actúen ahí, y los alimentos se mezclan en el estómago sin importar el orden en que se consuman. Solo en personas con problemas específicos de absorción pueden aparecer gases o molestias, pero eso no depende de cuándo se tome la fruta.