Un estudio realizado en Santander, con un muestreo aleatorio de toda la población cántabra de entre 40 y 70 años ha puesto de manifiesto el impacto de los factores sociales y económicos en el diagnóstico y evolución de la enfermedad hepática metabólica, más conocida como hígado graso, asociada a diabetes y obesidad, y de creciente prevalencia en población general, y particularmente entre los jóvenes.

La investigación, que fue presentada en el 50 Congreso de la Sociedad Española para el Estudio del Hígado (AEEH), muestra que los determinantes sociales de salud, como un nivel educativo básico, una renta baja, el desempleo, la residencia en el medio rural y la presencia de alguna deficiencia física y mental se asocian significativamente con una mayor prevalencia de esta patología. Igualmente, la mayoría de estos factores, todos menos la renta baja y la residencia en el medio rural, también se relacionaron con un mayor riesgo de evolución hacia fibrosis avanzada. Además, el estudio muestra que los pacientes con esta enfermedad presentan puntuaciones más bajas en todas las dimensiones de calidad de vida. Con estos resultados, los autores de la investigación hacen hincapié en la necesidad de considerar la dimensión socioeconómica en la prevención y manejo de la enfermedad.

Investigación

Un segundo estudio, multicéntrico también presentado durante el Congreso, mostró que el Índice de Circunferencia Periférica (ICP) es superior al Índice de Masa Corporal (IMC) en su capacidad predictiva sobre la existencia y grado de desarrollo del hígado graso.

En dicha investigación, el ICP se correlaciona con los hallazgos histológicos de esteatohepatitis, el grado de esteatosis y el estadio de fibrosis y se asocia con la presencia de fibrosis significativa y avanzada. Por el contrario, el IMC no muestra estar asociado significativamente con ninguno de estos parámetros. Ambos índices correlacionan con los factores metabólicos.

A partir de estos resultados, los autores concluyen que “el ICP permite definir de forma más precisa el trastorno metabólico asociado a la obesidad como factor de riesgo para el desarrollo y progresión” de la patología conocida como hígado graso, “probablemente y en parte debido a su estrecha correlación con los trastornos metabólicos como el control glucémico, lipídico, aterosclerótico y el riesgo cardiovascular”.

Con todo, el hígado graso es ya la patología hepática más prevalente en el Estado, pues se estima que afecta a tres de cada diez personas y, junto a la hepatitis asociada al consumo de alcohol, ha desplazado a las hepatitis virales como principal causa de cirrosis, cáncer de hígado e indicación de trasplante, provocando con ello un descenso acusado en la edad de la población afectada por patologías hepáticas y, en consecuencia, la dedicación de mayor gasto y mayores recursos por parte del sistema.