Las señales que indican que deberías dejar el café
A pesar de sus beneficios, como el aumento de la concentración, el aporte de antioxidantes o la mejora del rendimiento físico, no todos los organismos lo toleran de la misma manera
El café es una de las bebidas más consumidas en el mundo. Su aroma, su sabor y su efecto estimulante lo convierten en el compañero perfecto para comenzar el día o combatir el cansancio a lo largo de la jornada.
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A pesar de sus beneficios, como el aumento de la concentración, el aporte de antioxidantes o la mejora del rendimiento físico, no todos los organismos lo toleran de la misma manera. Hay señales que el cuerpo emite y que podrían estar indicando que, lejos de ayudar, el café está afectando la salud y el bienestar. Reconocer estas señales es clave para tomar decisiones más conscientes sobre el consumo de cafeína.
¿Por qué no deberías tomar café justo después de comer?
1. Ansiedad o nerviosismo constante
Una de las señales más evidentes de que el café puede estar perjudicando es el aumento de la ansiedad o la aparición de un nerviosismo que no se puede explicar por otros motivos. La cafeína es un estimulante del sistema nervioso central, y en personas sensibles puede intensificar síntomas como la irritabilidad, la sensación de alerta excesiva o incluso los ataques de pánico. Si tras beber café se siente una aceleración del pensamiento, un estado de alerta incómodo o dificultad para relajarse, puede ser momento de replantearse su consumo.
2. Problemas para dormir
Aunque algunas personas afirman poder tomar café incluso por la noche sin que les afecte, lo cierto es que la cafeína puede permanecer en el cuerpo durante horas, interfiriendo con el ciclo natural del sueño. Dificultad para conciliar el sueño, despertares nocturnos frecuentes o una sensación de descanso insuficiente al despertar pueden estar relacionados con el consumo excesivo o inoportuno de café. En estos casos, reducir la cantidad o evitarlo por la tarde puede marcar una gran diferencia.
3. Palpitaciones o taquicardias
El café eleva la frecuencia cardíaca, y aunque en la mayoría de los casos este efecto es leve y temporal, algunas personas experimentan palpitaciones intensas o episodios de taquicardia tras su ingesta. Si el corazón late con fuerza, de manera irregular o muy rápida sin una causa aparente, y esta sensación coincide con el momento posterior a tomar café, podría tratarse de una reacción adversa a la cafeína. Es importante no ignorar estos síntomas y consultar con un profesional.
4. Problemas digestivos
El café puede irritar el estómago, aumentar la producción de ácido gástrico y acelerar el tránsito intestinal. Para algunos, esto se traduce en acidez, reflujo, molestias estomacales o episodios de diarrea. Si el consumo habitual de café coincide con problemas gastrointestinales, es recomendable hacer una pausa o buscar alternativas menos agresivas, como el café descafeinado o infusiones suaves.
5. Dependencia y síntomas de abstinencia
La necesidad constante de una taza de café para poder "funcionar", así como los dolores de cabeza, la fatiga o el mal humor cuando no se consume, pueden ser signos de dependencia. La cafeína, aunque legal y socialmente aceptada, es una sustancia psicoactiva que puede generar adicción. Si dejar de tomar café genera malestar físico o emocional, podría ser el momento de evaluar la relación con esta bebida y considerar una reducción progresiva.
6. Presión arterial elevada
El consumo frecuente de café puede contribuir a un aumento temporal de la presión arterial. En personas con antecedentes de hipertensión o con riesgo cardiovascular, este efecto puede resultar perjudicial. Algunos especialistas recomiendan limitar o evitar el café en estos casos, sobre todo si se han detectado subidas inexplicables de la tensión tras su ingesta.
7. Cambios en el estado de ánimo
Aunque inicialmente el café puede mejorar el humor o la energía, un consumo excesivo puede producir el efecto contrario. Cambios bruscos en el estado de ánimo, episodios de irritabilidad, sensación de fatiga repentina o incluso síntomas depresivos pueden estar asociados a los picos y caídas de energía que provoca la cafeína en el organismo.
¿Cuántos cafés se pueden tomar al día?
Uno de los grandes dilemas para los amantes del café es saber cuál es la cantidad adecuada que se puede consumir sin que represente un riesgo para la salud. Aunque la tolerancia a la cafeína varía de una persona a otra, existen recomendaciones generales establecidas por organismos de salud internacionales.
Según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA), un consumo moderado de cafeína para adultos sanos puede situarse en torno a los 400 miligramos diarios, lo que equivale aproximadamente a tres o cuatro tazas de café de tamaño estándar (unos 200 ml por taza). Esta cantidad es considerada segura y, en la mayoría de los casos, no provoca efectos secundarios.
Sin embargo, hay que tener en cuenta varios factores:
- Tipo de café: Un espresso tiene más cafeína por volumen que un café filtrado o de cápsula.
- Tamaño de la taza: Las tazas grandes o los vasos tipo "take away" pueden contener el doble de lo que se considera una ración estándar.
- Cafeína oculta: También se encuentra en otras bebidas (como refrescos o bebidas energéticas), medicamentos o suplementos, por lo que es importante sumar la ingesta total.
- Estado de salud: Personas con ansiedad, hipertensión, trastornos del sueño, embarazo o ciertas condiciones médicas deben consultar a un profesional antes de consumir cafeína habitualmente.
En definitiva, aunque el café puede formar parte de una dieta equilibrada, superar estas cantidades o depender de él para rendir a lo largo del día puede ser una señal de alerta.
El café, en su justa medida, puede ser un aliado del bienestar y la productividad. Sin embargo, como cualquier sustancia con efectos fisiológicos, no es inofensivo para todo el mundo. Escuchar al cuerpo, observar cómo reacciona tras cada taza y estar atentos a señales físicas o emocionales puede marcar la diferencia entre disfrutar de sus beneficios o sufrir sus consecuencias. En caso de duda, siempre es recomendable consultar con un médico o un nutricionista, quienes pueden orientar sobre la mejor manera de ajustar el consumo según las necesidades individuales.