La mayoría de las personas se han sentido en muchas ocasiones tentadas de recurrir a la nevera para saciar su apetito o, mejor dicho, su gula. Por ello, aprender a controlar esos ataques es muy importante para poder llevar una dieta equilibrada y no comer en exceso, con las consecuencias que conlleva. También nos ayudará a la hora de adelgazar, ya que evitaremos los recurrentes paseos al friogrífico. Para ello, los especialistas en nutrición ofrecen estos consejos:
- Incluir proteínas en el menú semanal, ya que tienen un efecto saciante y ayudan a mantener el hambre a raya por más tiempo. Lo mejor es que estas sean magras, es decir, las que proporcionan alimentos como el pollo, el pavo, el pescado, las legumbres, los huevos, el yogur griego o el queso fresco.
- Apostar por la fibra presente en frutas, verduras, legumbres y granos enteros que ayuda a evitar los picos de hambre y nos mantiene saciados.
- Beber agua, tanto antes de las comidas como durante el día, porque, además de mantenernos hidratados, reduce la sensación de hambre.
- No saltarse el desayuno pues la primera comida del día es fundamental para que no sintamos demasiada hambre durante el resto de la jornada. El más completo consiste en una combinación de frutas, proteínas, grasas saludables y carbohidratos.
- No compres con el estómago vacío. Si vas al supermercado con el estómago vacío vas a comprar más alimentos de los que deberías y vas a incluir en tu cesta de la compra productos poco saludables. En cambio, si vas a comprar sin hambre no caerás en la tentación de adquirir ultraprocesados y te ceñirás más fácilmente a la lista de la compra saludable que tenías pensada.
- Picoteo saludable para no engordar. Si sientes ese deseo irresistible de comer, que te es imposible controlar, apúntate al picoteo saludable entre horas para tener bajo control esos ataques de hambre. De esta manera sacudirás la culpa, disminuirán tus niveles de ansiedad y además no tendrás problemas de sobrepeso.
- Dormir bien. La falta de sueño provoca un desajuste hormonal en el que la leptina, la hormona de la saciedad, disminuye sus niveles, mientras que la grelina, que es la hormona del hambre, los aumenta. ¿Esto qué significa? Pues que te vas a levantar con más hambre y vas a tener menos control sobre los impulsos que te llevan a comer más grasas saturadas y azúcares. Asegúrate un buen descanso para lograr un sueño reparador y mantener el hambre a raya.