El próximo martes se cumplirán tres años desde que Osakidetza detectara los dos primeros positivos de covid-19, el de una sanitaria en Araba y una joven en Gipuzkoa. El efecto mariposa del coronavirus había empezado a batir sus alas en Euskadi y el caos estaba por llegar. En pocos días, el hospital gasteiztarra de Txagorritxu pasó de ser el hospital de referencia contra el virus a convertirse en la zona cero de los contagios porque a partir de esta trabajadora, se contagió otro compañero, y otro paciente, y otro más.

Al parecer, la paciente cero, una médico internista, regresó de un viaje a Andalucía el 17 de febrero -se sospecha que pudo contagiarse allí- y se reincorporó a su puesto. Trabajó con normalidad, pese a tener ligeras molestias respiratorias, en contacto con pacientes. Ni ella ni ningún colega consideraron que podría estar infectada con esa enfermedad que en China obligaba a confinar ciudades de millones de habitantes y a construir gigantescos hospitales de campaña. La sintomatología era muy leve y nada hacia presagiar lo que nos venía encima.

Desde el Departamento de Salud, el jefe de Vigilancia y Vacunas, Txema Arteagoitia explicó que la sanitaria estuvo durante unos días estuvo trabajando en la planta de hospitalización hasta que comenzó con fiebre y cogió la baja. En principio, era una persona que no tenía antecedentes de riesgo porque no había viajado a ninguna zona de peligro y no había tenido contacto directo con ningún paciente con coronavirus.

Por el contrario, la afectada guipuzcoana era una joven que había viajado a Milán, entonces zona considerada de alto riesgo, a mediados de febrero y que a su vuelta “notó síntomas leves”. El día que se comunicaron ambos casos era viernes. Pues bien, el 1 de marzo, domingo, ya había cinco casos identificados, y a partir de entonces, todo se precipitó y el SARS-Cov-2 se convirtió en la peor crisis sanitaria en un siglo.

Días después, el covid-19 golpearía también a Bizkaia. Y el miércoles 4 de marzo, se notifica el primer fallecimiento en la CAV con positivo de coronavirus. Era un hombre de 82 años de Basauri que no había realizado ningún tipo de viaje. El día 7 fallece otro varón de 90 años que estaba ingresado en el hospital de Txagorritxu en aislamiento dado que había dado positivo. Y al día siguiente, el 8 de marzo, se notifica el fallecimiento de tres mujeres de 92, 88 y 87 años. Fueron las primeras víctimas mortales de los ya 8.490 decesos confirmados, según el último boletín epidemiológico.

Estudios han aludido al 11 de febrero como un momento probable de la llegada del virus a Gasteiz, una ciudad con vuelo directo con Bérgamo, uno de los puntos más castigados en Italia y en toda Europa, pero eso es una incógnita.

Tal y como reconocería posteriormente el Gobierno vasco, el primer golpe del bicho penetró en Euskadi a través del sistema sanitario, como consecuencia de esa primera afección en

Txagorritxu por un caso importado. Y, al unísono, sacudió el sistema sociosanitario, convirtiendo así a las residencias de mayores en los espacios más castigados, con gran número de infectados y una avalancha de fallecidos.

El tsunami de casos no había hecho más que empezar. El 11 de marzo la OMS decreta la pandemia. Y el viernes 13 un Consejo de Gobierno extraordinario, en Lakua, declara la situación de Emergencia Sanitaria en Euskadi. A partir de ahí, el desastre. 

El sábado 14, el Consejo de Ministros, decreta el estado de alarma lo que implica un confinamiento domiciliario que se prolongará durante tres meses. Fernando Simón decía en la tele que no iría a más, pero el día 18 murió Encarni, una enfermera del hospital de Galdakao. Las cosas empezaban a ir muy mal. 

En hospitales y fiestas. Focos y rebrotes

En aquellas primeras semanas, Euskadi, y prácticamente el mundo entero, asistió a una demanda sin precedentes de material sanitario. Se necesitaban EPIs, respiradores, mascarillas, guantes, dispositivos para toma de muestras, pruebas diagnósticas… y no había. La demanda global provocó momentos de escasez con las imágenes que todos guardamos en la retina de sanitarios en condiciones precarias.

A posteriori, y aquel mismo verano, hubo más pacientes cero aunque resultaba imposible conocer con precisión los focos de contagio. Así, en junio en el hospital de Basurto, se sometieron a test a los 4.500 profesionales que trabajaban en el centro bilbaino para descartar contagios. Y es que el día 4, una paciente que había ingresado siendo negativa en el Pabellón Revilla, daba positivo días después. A partir de entonces, se establecía un protocolo de rastreo exhaustivo.

Pero en julio se repetía la odisea de encontrar el contagiador en un foco detectado en Ordizia, y la entonces consejera de Salud, Nekane Murga, informó que el origen se situaba en un donostiarra que estuvo en Lleida y que participó en una comida en la localidad guipuzcoana.

De hecho, Osakidetza desplegó toda una red de rastreadores al acecho del paciente cero para apagar los focos. Ellos ponían cerco sobre los contagiados para que no fueran correas de transmisión del virus. Y es que a esa alturas de la pandemia, cada barrio y cada pueblo tenía varios pacientes cero. Y lo que es peor, no dejaban de brotar nuevos. Dar con ellos, cercarles y evitar volver a esa casilla de salida de la transmisión comunitaria fue el reto durante muchos meses.

¿Sin rastro de pandemia?

La desaparición de las mascarillas en el transporte público el pasado día 8 -aunque su uso se mantiene en centros sanitarios y sociosanitarios o farmacias- ha sido el último paso para poder recuperar aquella “normalidad” que se perdió el 14 de marzo de 2020, día en que se declaró el Estado de Alarma y comenzó un confinamiento que no se conocía y que duró 100 días, hasta el 21 de junio de ese año.

Por el camino se vivieron toques de queda, cierres perimetrales, limitaciones horarias en la hostelería y establecimientos comerciales, restricciones en reuniones, medidas como el pasaporte covid para acceder a algunos locales o la suspensión de actos, procesiones de Semana Santa, competiciones deportivas masivas, conciertos o fiestas populares como la Aste Nagusia, o Santo Tomas, que en 2022 volvieron a celebrarse sin restricciones.


Primer caso en España

El turista alemán


  • El pasado 31 de enero se cumplía el tercer aniversario de la detección del primer caso de covid-19 en España: un turista alemán que se encontraba de vacaciones en la isla de La Gomera. El día 14 se cumplirá el tercer aniversario de la declaración del Estado de Alarma. 
  • Stop restricciones. El escenario epidemiológico actual difiere sustancialmente de los momentos más críticos. Y en la actualidad se han eliminado la práctica totalidad de las restricciones impuestas para controlar el virus. 
  • Emergencia. Pero la pandemia no ha acabado. El 30 de enero de 2023 la OMS acordaba continuar considerando el coronavirus como una emergencia de salud pública. 


Impacto

Hito. 1.809 hospitalizados un solo día por covid


  • El 29 de marzo de 2020, Osakidetza tenía 1.809 pacientes hospitalizados por covid. Nunca antes en su historia había alcanzado un número tan alto de pacientes hospitalizados por una misma enfermedad. El 2 de abril, 231 estaban muy graves en UCI. 


Primaria

17.000 consultas diarias en ambulatorios


  • Desde Atención Primaria se realizaron más de 1.260.000 consultas telefónicas en el primer mes y medio (más de 17.000 diarias) para evitar los desplazamientos. 
  • La protección Consumo incesante de material
  • El consumo de material de protección se multiplicó de manera exponencial y sin precedentes históricos. Las batas pasaron de un consumo semanal medio de 785 a 24.352; los guantes de 1,3 millones a 2,5 millones; las mascarillas de 43.400 a 225.975 y las gafas de protección de 20 a 1.360.


La respuesta

Las amamas. Pinchazos en los tres territorios 


  • Las vacunas representaron “un antes y un después” en la pandemia y el pinchazo que el 27 de diciembre de 2020 recibieron Consuelo, Begoña y Bernardina, en tres residencias vascas de ancianos, marcó el arranque de una vacunación masiva.


El respiro

Inmunización junto a nuevas terapias


  • La buena respuesta a la campaña de vacunación, sumado a contar con varias opciones terapéuticas para el tratamiento de los pacientes, ha permitido reducir la presión que el coronavirus ejerce sobre el sistema sanitario. Actualmente la cifra de ingresados con covid-19 en la CAV ronda los 60, con media docena en camas UCI, nada que ver con los peores momentos de la pandemia.


Muertes.

Más de 119.000 


  • El último dato oficial de Sanidad revela un histórico de fallecidos de más de 119.000, 8.500 de ellos se contabilizan Euskadi. En concreto, fechas especialmente tristes fueron el 31 de marzo de 2020 con 849 decesos por covid en el Estado, o el 2 de abril donde la cifra oficial comunicada por Sanidad alcanzó los 950.


Vacunas administradas en Euskadi


  • Pfizer: 2,94 millones de dosis
  • Moderna: 1,18 millones de dosis
  • AstraZeneca: 479.650 dosis
  • Janssen: 99.346 vacunas
  • Pfizer Omicron: 511.558
  • Vacunas pediátricas: 144.432
  • Tasa de inmunización adultos: 92,8%