La ermita cántabra de Santa Justa, incrustada en una roca en un acantilado
Del siglo XVI y levantada en recuerdo a dos santas cristianas, aparece empotrada en un acantilado entre Santillana del Mar y Suances
El mundo natural que rodea a la preciosa villa cántabra de Santillana del Marestá compuesto por una gran diversidad de flora y fauna que cautiva a los visitantes por las bellas vistas y recuerdos que genera. Uno de sus espacios más desconocidos es la playa de Santa Justa, sita en Ubiarco, donde destaca su ermita incrustada en la roca del acantilado.
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La ermita de Santa Justa, situada en la playa homónima, en Ubiarco, zona perteneciente al término de Santillana del Mar, ofrece al turista una de las imágenes más curiosas e inolvidables de la costa del Cantábrico, ya que aparece sinuosa y medio escondida, como si pidiera perdón por su existencia, en un espacio natural salvaje bañado por el mar y el agua del batir de sus olas.
La ermita es una construcción semiexcavada en la roca de un anticlinal. Declarada como Bien de Interés local el 12 de noviembre de 2010, tiene carácter semirrupestre y solo posee dos paredes de piedra de mampostería, además de la cubierta de teja de una sola agua, todo ello unido al acantilado.
La farola de un pueblo de Cantabria que todo el mundo quiere para su ciudad
La rústica edificación actual data del siglo XVI aunque ya existía una previa levantada en el XII, y se edificó consagrada a unas reliquias de las santas Justa y Rufina, dos cristianas sevillanas asesinadas por motivos religiosos. Con el tiempo se convirtió en un foco de peregrinación en la zona cántabra, uno de los primeros del litoral y especialmente seguido por los peregrinos que realizan el Camino de Santiago. Sobre el acantilado en el que se encuentra la ermita se alzan los restos de la Torre de San Telmo, una antigua fortificación militar de hace varios siglos.
Desde la playa
A la ermita se accede desde la playa de Santa Justa, de 260 metros de longitud y arena fina y color tostado. Toda la zona es un punto de gran interés geológico y con la llegada del buen tiempo es un magnífico lugar para descansar, tomar el sol y disfrutar de la curiosa visión de la edificación religiosa incrustada en la roca. El arenal cuenta con aparcamiento y unas vistas espectaculares, además del correspondiente chiringuito en épocas estivales.
La llegada no resulta complicada porque cuenta con una buena señalización para quienes realicen la ruta de la costa, a pie o en vehículo, entre Suances y Santillana del Mar. Quien la recorra disfrutará también de verdes prados y numerosos acantilados de auténtico vértigo que, en no pocos casos, no son conocidos, al igual que sucede con la ermita, por los propios ciudadanos de Cantabria.
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