ALGUIEN enamorado de las tradiciones y costumbres populares y de las fortificaciones medievales no puede dejar de visitar este domingo Artajona, pequeña localidad situada en el área media de Nafarroa, que acogerá su peculiar y única carrera de layas, instrumento que enlaza el presente con el pasado rural. De paso, descubrirán un cerco medieval amurallado bien conservado y que rezuma historia.

Vistas del cerco desde el interior y el exterior.

Quien tuviera en mente visitar el Cerco de Artojana tiene una oportunidad única este fin de semana con motivo de la celebración del homenaje a su patrón, San Saturnino, con diversas actividades lúdicas destinadas a toda la familia. El acto central del tributo festivo será la ya conocida pero única carrera de layas, que tendrá lugar el domingo, a partir del mediodía, y que suele atraer a muchos visitantes por su peculiaridad.

Para el urbanita, una laya es un objeto desconocido aunque omnipresente en el pasado rural. Es el utensilio de labranza que se usaba en el siglo XX para remover y voltear la tierra de cultivo de las zonas rurales. Artajona, localidad navarra con menos de 2.000 habitantes, ha rescatado la tradición y la ha traído al presente, pero le ha dado un novedoso enfoque, ya que ha organizado una carrera con ellas.

Actividad más esperada de las fiestas, la carrera de layas es una competición en la que participan los jóvenes de Artajona y pueblos vecinos, vestidos de caseros, que luchan por ser los primeros en llegar al cerco medieval ascendiendo por Eugenio Medioroz, conocida como la calle empedrada. Y no resulta fácil, ya que lo hacen sobre unos aperos de labranza ya en desuso utilizados hasta el siglo pasado en el campo. La herramienta pesa casi cuatro kilos y tiene forma de hache.

Visita al cerco

Vistas del cerco

En Artajona resulta obligado visitar el cerco. Un paseo por su interior descubre un conjunto amurallado del siglo XI que originariamente tuvo 14 torreones almenados, de los que solo quedan nueve, unidos por el camino de ronda. Se puede acceder libremente al recinto a través de dos primitivos puentes, el de San Miguel y el de Remahua. El conjunto, que incluye un castillo, protege a la iglesia-fortaleza de San Saturnino, con su portada gótica de fines del XIII.

El cerco ofrece la oportunidad de disfrutar de la fortificación popular medieval más importante de Nafarroa. Permite el acceso al recinto por cualquiera de los dos primitivos portales que se conservan. El visitante podrá retroceder en el tiempo hasta la Edad Media y tratar de imaginar cómo se vivió en este recinto coronado por la iglesia-fortaleza de San Saturnino.

Quien tenga tiempo y ganas, puede aprovechar para visitar el cercano Monasterio de la Oliva, en el que destacan la iglesia cisterciense, el claustro gótico y la sala capitular, así como las iglesias románicas del valle de Baldorba.