NO es difícil ver las costuras ni los intereses en las primeras encuestas que se han ido publicando sobre intención de voto de cara a las cada vez más cercanas –¿Quién ha dicho 21 de abril?– elecciones al Parlamento Vasco. La del ente público de radiotelevisión, cuya elaboración no está en manos de quienes marcan su línea informativa u opinativa en el día a día (qué risa, tía Felisa, con lo de Telebatzoki que siguen propagando algunos de los que cobran más del rancho grande que de su cabecera) pretendía provocar un tembleque de piernas a la ciudadanía que se hace cruces ante la eventualidad de ser gobernada por unos tipos que siguen haciendo cucamonas a individuos con ocho, diez, o quince fiambres a sus espaldas. Vamos, lo del “ciclo político”, como tuvo los santos bemoles de calificar Mosén Pello Otxandiano los asesinatos de mil seres humanos en nuestro terruño, por no hablar de los heridos, los extorsionados o los que tuvieron que marcharse.

Menos cabe decir de los sondeos auspiciados por la grouchomarxiana parte contratante de la primera parte. Victoria por goleada de las huestes locales, vaticinan las cabeceras de la cosa ayer de la izquierda abertzale y hoy de la siniestra soberanista. Es lo suyo. Y supongo que con el vaticinio difundido por ese gran grupo mediático del que usted me habla cabe decir exactamente lo mismo. Como recurrente entrevistado por el instituto demoscópico que lo firma, solo puedo poner cara de póker y apostillar que sí, que bueno, que vale, aunque en mi fuero interno me pregunte por el interés que puede llevar al emporio pluscuamconservador y de orden a regalar alpiste a una formación en las antípodas de su ideario. Si es un modo de impulsar a su apuesta –lean PSE; lean Eneko Andueza–, diría que es un tanto arriesgada, pero doctores tiene la Iglesia. Y nos queda un rato para la primavera y su urnas adosadas. Ains.