ES posible que nadie se acuerde ya de Teresa Romero, la auxiliar de enfermería que fue la primera paciente de ébola contagiada en Europa y que estuvo al borde de la muerte. Pero ella está muy presente en la memoria de las profesionales de la unidad de alta seguridad biológica del Hospital Donostia, preparada para hacer frente a este tipo de enfermedades infectocontagiosas. Con 28 años de trabajo, Purificación Tena, acaba de recibir el premio del Colegio guipuzcoano de Enfermería a la Trayectoria Profesional. Sus compañeras siempre destacan su capacidad de liderazgo ante el reto profesional que supuso la epidemia del ébola en 2014, ejerciendo como la máxima responsable de enfermería de la Unidad de Aislamiento de alto nivel.

Verles entrar a las habitaciones como si fueran un equipo de Médicos sin Fronteras en África, impresiona. Buzo, mascarilla, gafas, filtro de respiración, guantes dobles... “En un área de alta seguridad biológica hay que seguir un protocolo muy exigente y cambia el concepto del cuidado del paciente porque hay que mantener un aislamiento estricto. La manera de entrar dentro de la habitación requiere de equipos especiales que parecen muy escandalosos. Sin embargo, es hacer los mismos procedimientos que haría cualquier otro profesional pero en unas condiciones tal vez más duras”, afirma Tena, quitándose méritos.

“En este tipo de enfermedades hemorrágicas febriles es muy importante la seguridad del personal porque el contagio se puede producir a través de la sangre o de otros fluidos, y son fundamentales los equipos de protección especiales porque el contagio se produce por contacto directo. Este equipamiento dificulta las técnicas y por eso es vital que los sanitarios estemos muy bien formados”, resalta.

Y es que ha sido toda su carrera profesional pero, especialmente, en la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Donostia la que le han hecho merecedora de este premio para el que le han postulado sus propias compañeras. “Para el personal de la Unidad de Enfermedades Infecciosas fue muy importante que fuera Puri y no otra persona la encargada de liderarnos en un momento de nuestra vida profesional en el que la realización de las tareas cotidianas de cuidados suponía un riesgo real para nuestra salud y la de nuestras familias. Fue capaz de dar tranquilidad y seguridad a su personal siendo psicóloga y amiga, además de jefa”, afirman. Ellas saben, mejor que nadie, que es su convicción y buen hacer diario los que impulsan una profesión que requiere ser de una pasta especial.

Puri Tena se vuelca en el agradecimiento hacia sus colegas “por estar siempre ahí, a mi lado. En 2014 ante, el difícil reto del ébola, mi prioridad fueron las enfermeras y que todas y todos trabajáramos con seguridad. Estoy rodeada de buenos profesionales y mejores personas. Gracias por ser parte de mi vida”, dice esta enfermera con mayúsculas que se inició en una primera etapa profesional en el hospital del tórax, en Amara. “Ahí aprendí todo lo que sé, luego pasé a quirófanos y ya en 2004 a infecciosas, donde soy supervisora desde 2010”.

Sin embargo sigue sin creerse todavía este premio. “No me lo esperaba en absoluto porque enfermería es mi vocación, igual que mi madre, que es muy buena cuidadora. Me gusta mucho el contacto con el paciente, me encanta el trabajo de hospital, con el paciente agudo. Y lo que hago, lo hago con tanta dedicación que no es meritorio”.