Blanca Basterra Aguirre, Miren Olabarria Ereño, José Mari Azkoaga Olabarria - Mari Carmen Barrondo Barrondo, Juan Sautua Zaballa, Juana Durana Olaguenaga, Jacinto Olabarria Ereño, Miren Barrondo Gorroño, Pilar Basterra Etxebarria, Luzi Etxebarria Etxebarria, Juan Garai Larrea. Son los once vecinos de avanzada edad de la pequeña localidad vizcaína protagonistas del trabajo de recopilación de la memoria oral de Orozko del siglo XX.
Se trata de un proyecto encargado por el Ayuntamiento de la localidad a la empresa Labrit Patrimonio, integrada por un equipo multidisciplinar compuesto por profesionales procedentes de la etnografía, la antropología, el mundo de la comunicación el diseño, la producción audiovisual o la informática. Para dar forma a este trabajo de recuperación de la memoria inmaterial, se han realizado “11 entrevistas en formato audiovisual” que han dado como resultado “22 horas de grabación que constan de 559 pasajes o fragmentos”. Estos recuerdos orales han sido archivados, analizados y salvaguardados y ya han pasado a engrosar el Archivo del Ayuntamiento de Orozko.
El Orozko del siglo XX en la memoria de sus vecinos
Con sus 103 kilómetros cuadrados de superficie, Orozko es el segundo municipio más extenso de Bizkaia. Sin embargo, su población solo es de apenas 2.500 habitantes que residen en los dispersos barrios que existen a lo largo y ancho de su extensa geografía. Aún hoy en día, es un municipio eminentemente rural y su núcleo más urbano es Zubiaur, que ejerce funciones de capitalidad. Allí es donde la antigua burguesía de Orozko, propietarios de industrias ferronas, molineras, montes y caseríos de inquilinato, erigió sus palacios barrocos y neoclásicos, a lo largo de los siglos XVIII y XIX, además de grandes casonas.
Ese patrimonio, junto a las iglesias parroquiales, las ermitas, las casas torres o el envidiable entorno natural y paisajístico del parque natural de Gorbeia, suponen hoy en día el principal atractivo histórico, turístico y cultural del municipio. Pero, ¿cómo era el Orozko de mediados del siglo XX? ¿Cómo lo recuerdan sus habitantes? ¿Qué cambios ha vivido?. Esas son las preguntas a las que han dado respuesta su población de mayor edad en el proyecto de de recopilación de la memoria oral realizado por Labrit.
Sin cuartos de baño ni agua caliente
Según el orozkoarra Juan Santua Zaballa “poca gente tenía cuarto de baño entonces…era un pequeño lujo. Los primeros años no teníamos agua caliente”. En ese pueblo de mediados del siglo pasado, donde ya había casi 3.000 habitantes, “para lavar la ropa íbamos al río”, recuerda Miren Olabarría Ereño. “Aquella era una vida casi medieval”, asevera en su testimonio.
A pesar de vivir en un municipio con pequeños núcleos residenciales dispersos, “había mucha ayuda entre vecinos”, recalca Luzi Etxebarria Etxebarria. “Por ejemplo, en la siega de la hierba o a la hora de sembrar maíz”, rememora. Y todo ese trabajo en el campo “se hacía con bueyes y vacas y una herramienta que se llamaba grada”. Además, esta vecina incide en que se vivía en un ambiente de tranquilidad y de seguridad. “Las puertas de los caseríos estaban abiertas para todo el mundo”.
Los cambios que supuso, en esa época, el proceso de industrialización en municipios cercanos de la comarca del Alto Nervión están presentes en muchos de los testimonios recopilados. “Cuando llegaron las empresas, mucha gente iba a Laudio y Areta” en palabras de Manuel Echeverría Arizmendi.
A pesar de ello, la actividad agrícola y ganadera no se perdió ni se abandonó. Y en Orozko saben bien de la dureza y de los riesgos de ese duro modo de vida. Jacinto Olabarría Ereño, por ejemplo, pasaba muchas noches en el bosque cuidando de su rebaño. “Los zorros se nos echaban encima de las ovejas y teníamos que atar el perro a la oveja”, explica sobre los rudimentarios y básicos medios de protección con los que contaban.
Y en un paraje tan mágico y místico como es Gorbeia, es fácil de entender que la población de Orozko guarde aún en su memoria muchas de las leyendas que han pasado, también de forma oral, de generación en generación. Juan Garai Larrea se refiere, en su testimonio, a la que habla de “la existencia de brujas en la cueva de Supelegor”.
El contenido de este trabajo de recopilación de la memoria oral de Orozko del siglo XX fue presentado recientemente en la sala polivalente Donibane, con un aforo completo. Arropando con mucho cariño a los protagonistas estuvo el alcalde del municipio, Aitor Iza, máximo representante de un Ayuntamiento que, ahora, se convierte en custodio de sus valiosos testimonios.