“Si crees que puedes, estás más cerca de lograrlo”
Bilbao - Lleva consigo la sabiduría que nace de la experiencia. Por todo ello y porque es capaz de recrear atmósferas atractivas para quienes aspiran a un cambio que les mejore, Ana Armesto se ha labrado un nombre como coach y mentora, una práctica que recuerda al sanedrín de los sabios hebreo, romano o griego. En la cuarta edición de Mentoring organizada por el Colegio Vasco de Economistas, dirigirá un grupo con la vocación de que compartan el conocimiento y, con esa suma, se multiplique el rendimiento.
Perdone mi codiciosa pregunta: ¿Qué gano si me ‘mentorizo’?
-Cada cual algo distinto, supongo. Pero la idea general es la de sumar conocimientos y puntos de vista. Y no solo usted, también la mentora. Se trata, sobre todo, de cambiar de dinámica.
Habrá quien recele de poner sus ideas al servicio del grupo.
-Al principio sí puede haber algunos escépticos, sobre todo porque al no existir tradición de mentoring existe cierta incertidumbre.
Pero...
-Hay que crear un clima que invite a la confidencia. En la medida en que tú das y ves que recibes, vas cogiendo confianza y crees en lo que estás haciendo. Cuando te abres, te liberas.
Yo ‘mentorizo’ para...
-Muchas veces para cambiar, porque no estás del todo conforme con lo que haces o tienes. El mentoring no es una cuestión de mecánica de trabajo sino de ver dónde uno se siente más cómodo.
¡Fuera de la oficina!, dirán algunos
-Ja, ja, ja. Se trata de hacer una reflexión personal. Qué me gusta y qué me llena más en el trabajo, dónde me siento más realizado y qué me apasiona. Luego barajas ese reto con tus habilidades y... ¡voilá! Es lo que llamamos el equilibrio.
¡Me estoy creciendo!
-Eso es. Si crees que puedes, estás más cerca de lograrlo. Si crees lo que eres, puedes venderlo al exterior de manera más positiva.
¿Obran milagros?
-No, eso no. El mentoring requiere un compromiso, una predisposición. No puedes sentarte en una butaca con la actitud de ¡venga, que me cuenten!
No todos están dispuestos a hacer el esfuerzo...
-Pocos, pero alguno hay. Hay gente que no quiere salir de su zona de confort aunque mejore; eso es lo que llamamos autoboicot o trampas al solitario.
¿Hay gente que se desilusiona con este tipo de encuentros?
-Algunos reconocen que estaban equivocados, pero en su mayoría para bien. No veo mucha gente desilusionada. A lo sumo, que no se encuentra en su sitio.
¿Solo acuden los necesitados?
-No, no tiene por qué. Es verdad que llega mucha gente con ganas de cambiar o de forjarse de otra manera -formarse es otra cosa, para eso hay multitud de cursos...- pero también gente a la que le va bien.
¿Qué buscan entonces?
-A veces un cambio personal. Son personas que, teniéndolo todo más o menos atado, buscan otra visión de futuro. También hay muchos jóvenes que buscan un camino.
¿Y quien no quiere cambiar pero sí que cambie su empresa?
-Al final, si tú cambias, también lo hace aquello que te rodea.
‘Coach’ y mentora
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