Portugalete - De pequeño ya hacía vida en el casco histórico de Portugalete -no le gusta llamarlo casco viejo por eso de que suene despectivo-. Fernando Rueda, empresario, dantzari y propulsor de actividades culturales en la villa es uno de esos portugalujos de toda la vida. Nacido en el municipio jarrillero, recuerda aquellos años en los que Portugalete era la envidia de los pueblos de la comarca, con teatro propio, unas fiestas con renombre y hasta cinco cines. Esos tiempos gloriosos, ya historia, dieron forma a un presente con menos punch festivo, un solo cine y un casco viejo en plena lucha por recuperar su espacio.
¿Portugalujo o jarrillero?
-Portugalujo, y de toda la vida. Eso de jarrillero no me gusta mucho. Encuentro que es una palabra que te relaciona con el vino, el alcohol...
¿De dónde viene el apodo?
-Viene de la jarrilla. En Portugalete había muchas viñas y se hacia mucho txakoli. En los txakolis había jarras, y hay una de ellas, más pequeña, que es con las que bebían los de Portugalete. Por eso no me gusta.
Le parece despectivo.
-No, tampoco despectivo, pero este es un pueblo muy raro con esto de los nombres...
Explíquese.
-Hay calles que tienen muchos nombres como la Cuesta de las Maderas, que también se conoce como la calle Nueva, Víctor Chávarri, Casilda Iturrizar... Hay una cuadrilla que siempre le llama la calle Nueva, y cada vez que uno le llama la Cuesta de las Maderas acaban diciéndote cosas como que no eres de Portu y demás. Hay muchos que son muy puristas.
Portugalete siempre fue un municipio puntero.
-Siempre ha sido la envidia sana de los pueblos de al lado. Las primeras fiestas populares, con esas bajadas de cuadrillas, se comenzaron a realizar en Portu. Es un pueblo de 50.000 habitantes y hay cinco grupos de danzas. Siempre ha sido un municipio muy asociativo. El primer teatro de la zona se abrió aquí. Teníamos hasta cinco cines. Hemos sido un pueblo con mucha vida.
¿Dónde ha quedado todo eso?
-Desgraciadamente todo eso se ha perdido. Las fiestas perdieron punch, los otros pueblos comenzaron a organizar sus propios festejos... Yo recuerdo que de crío las fiestas de San Roque eran las mejores de Bizkaia. La comisión de fiestas que se creó en Bilbao vino a Portu para trasladar el modelo de nuestra bajada a la capital. Teníamos piscinas municipales, que no había en ningún lado, el polideportivo Zubi Alde... No estoy diciendo que hayamos ido para atrás, solo se ha perdido ambiente.
¿Quienes promovían esa actividad?
-Los grupos de danzas han sido y son el motor cultural del pueblo, haciendo sus propias fiestas, como la Virgen de la Guía que promueve Berriztasuna, o el Festival Internacional de Folklore, de Elai Alai... Las fiestas las hacíamos desde las entidades culturales. Así hemos sido envidia de los pueblos tanto de la Margen Izquierda como de la Margen Derecha; hemos sido muy txirenes.
Y siempre han podido presumir de Puente Colgante.
-Bueno, esa es la guinda, el motor o el atractivo para acercar a la gente a la villa y ponernos en el mapa, pero nada más.
¿Portugalete es mucho más?
-Muchísimo más. Estamos súper orgullosos de tener el puente aquí. Atrae el turismo, pero luego no sabemos cómo rematar la jugada.
¿Cómo lo haría usted?
-Creo que la clave estaría en revitalizar el casco histórico, pero buscando un plan global para toda la zona.
¿Apoya las peticiones vecinales?
-Sí, aunque ellos luchan también por causas más concretas. Yo creo que habría que crear un gran centro cultural tradicional.
Cuente, cuente.
-Tenemos el mercado y negocios cerrados en el casco histórico. La idea sería ocupar esas lonjas con profesionales artesanos. Músicos, lutiers, artesanos de ropa tradicional... Crear locales que puedan ser sus talleres a los que añadir también un espacio de venta al público, escuelas... Eso no existe en ningún lugar de Euskadi.
¿Cómo era aquel casco viejo de hace treinta años?
-Estaba lleno de vida. Las calles, a tope de gente, se txikiteaba a diario. Era el centro de la vida de Portugalete, pero las nuevas formas de vida y el metro se llevaron todo eso.
Empresario y dantzari