A priori parece el animal perfecto para adoptar como mascota por su menuda apariencia, que lo hace manejable en el ámbito doméstico. Pero "un hurón no es ni un perro ni un gato", advierte el biólogo encargado del centro de acogida Karpin Abentura de Karran-tza, Pedro Abad. Lo sabe por experiencia. Allí están acostumbrados a recoger hurones repudiados por unos dueños desbordados por el comportamiento de los animales y los cuidados que requieren. Por eso, han puesto en marcha una campaña dirigida a alertar de las consecuencias de este abandono y evitar que se produzca.
De un tiempo a esta parte se han colado entre las especies más demandadas como mascotas, haciendo la competencia a perros y gatos. Pedro Abad no se explica este furor. "Es un fenómeno que venimos observando desde hace unos años y no acertamos a entender por qué se produce. Igual a la gente le resulta exótico tenerlos en casa... Es lo único que se me ocurre, porque, por lo demás, solo traen desventajas", argumenta.
Para empezar, la curiosidad y naturaleza activa de los hurones -cuya esperanza de vida ronda los diez años- no encajan muy bien con que un entorno cerrado se convierta en su hogar. "Están acostumbrados a moverse mucho para buscar alimentos", apunta. Puede que la supervivencia ya no esté en juego, pero da lo mismo. Aunque les sirvan la comida, las carreras no cesan y en su camino arrasan con lo que encuentran, ya sean cortinas, sofás u otros objetos. Además, "tienen tendencia a morder y son de carácter más nocturno que diurno", comenta Pedro Abad. Tampoco el olor que desprenden es demasiado agradable, "y en una casa se nota aún más".
En definitiva, la imagen que transmiten estos simpáticos animales no cuadra con la realidad. Como resultado, "mucha gente no puede con ellos y termina por abandonarlos". En el Karpin actualmente cuidan de cinco hurones que han llegado a Karrantza en un goteo constante durante los últimos años. Y siempre que se suma un miembro nuevo al grupo se repiten los mismos comentarios: "Yo no sabía..", "si me hubieran dicho...".
información De ahí que sea "vital recabar toda la información posible antes de adquirir un hurón" para que ninguna de estas conductas pille por sorpresa o no cometer otros errores. Por ejemplo "hay personas que les dan pienso de gato cuando en el mercado existe comida específica para hurones".
Otras decisiones pueden alterar el equilibrio ecológico. Cuando se toma la determinación de deshacerse de ellos, se piensa erróneamente que la mejor opción consiste en soltarlos en plena naturaleza en lugar de entregarlos a centros de acogida de fauna. "El hurón domesticado y el que vive en el campo en estado salvaje son especies diferentes y no pueden mezclarse. Se produciría una pérdida de biodiversidad irreparable", expone.
Pronto los hurones de Karrantza estrenarán una instalación específica para ellos y se ha colocado por el Karpin un panel informativo sobre la especie que detalla sus características y "transmite un mensaje de responsabilidad sobre su cuidado". Otros carteles sobre el lince ibérico, oso pardo y animales y plantas invasores junto con 60.000 trípticos sobre biodiversidad completan un despliegue en el que se han invertido más de 25.000 euros.