Bilbao
FUE uno de los últimos grandes ninotaires (caricaturistas) y humoristas catalanes formados en los años previos a la Guerra Civil y fue también el padre de Josechu el vasco, un estereotipo de robusto baserritarra siempre presto a ayudar a los demás con su fuerza sobrehumana. Joaquim Muntañola (Barcelona, abril de 1914) falleció en la ciudad que lo vio nacer a los 97 años. Dibujante, caricaturista, escritor, guionista, es conocido por gran parte del público por ser el creador del personaje Josechu el vasco para el desaparecido TBO. De su plumilla salieron decenas de miles de chistes e historietas pero el brutote Josechu, con su txapela calada y su indumentaria de pelotari, logró que muchos de sus chistes mantengan intacta, cincuenta años después, su carga humorística.
La fecundidad de Muntañola se hizo legendaria y simultaneaba sus viñetas en cinco periódicos. Fue cartelista, crítico cinematográfico, productor de dibujos animados, guionista radiofónico y todo bajo la atenta mirada de la censura. Repasando la hemeroteca desde los 40 hasta bien entrados los 70 encontraremos tantos dibujos, tantos artículos y tantas tiras que parecerá que durante aquellos años no había un solo Muntañola, sino que tenía varios clones.
Pero fue Josechu el vasco, una serie de historietas cómicas lanzada en los años sesenta, la que le catapultó a la posteridad con una iconografía arquetípica euskaldun acorde a la doble condición de forzudo de Josechu (antebrazos musculados, cuello enorme y mentón prominente) y de vasco (txapela, ropa blanca y garriko rojo). El dibujante desarrolló un estilo propio y característico, con chistes sencillos y directos, imprimiendo su personalidad en cada trazo con desbordante ingenio.
El autor de uno de los primeros genotipos vascos comenzó a trabajar como dibujante de historietas y caricaturista a mediados de los años 30 del siglo pasado con apenas quince años. Empezó en la revista En Patufet. En 1944 empezó su colaboración con El Correo Catalán que duró hasta la década de los ochenta, en 1945 comenzó a hacerlo para El Mundo Deportivo, y en 1962 se incorporó a La Vanguardia donde publicó una viñeta diaria hasta 1984. De su fértil pluma nacieron tiras cómicas y caricaturas para Dicen, Barcelona Deportiva, Don Balón, RB, Fotogramas, Lean, Lecturas, Ellas, Interviú y el diario argentino Clarín. El hombre vital y entrañable que fue Muntañola dibujaba personajes vivos y amables, con chistes directos y cargados de humor sano, blanco y juguetón.
Y todo sin parar. Porque Muntañola realizó películas de dibujos animados, ilustró campañas de publicidad y dibujó una viñeta gigante cada día durante un año en una valla de la barcelonesa plaza Catalunya.
Considerado un eslabón entre la generación de dibujantes anterior a la Guerra Civil y la que surgió después de la contienda, continuó haciendo dibujos hasta hace apenas dos años. En 2008 también escribió un libro cargado de recuerdos y anécdotas, La memòria fa pessigolles (La memoria hace cosquillas) porque según declaró "he buscado siempre las cosquillas de la gente más que el mal humor".