José Mª Sanz presentó ayer en Bilbao la novela Barcelona, ciudad. Muy pocos identificarían al escritor, pero este es el nombre real de Loquillo. 1,95 de altura, impecablemente vestido de negro, con el mismo tupé de siempre, pero con canas: "No me voy a teñir el pelo, veo a otra gente que le han salido canas como a mí y que llevan el pelo negro y me da la sensación que llevan un gato en la cabeza. Me gusta mi cabeza tal y como está ahora".
Loquillo presenta un libro sobre Barcelona, pero con cierta distancia en kilómetros; desde hace más de cuatro años vive en Donostia: "Por varias razones, una por amor, pero no es la única, también vivo aquí por la amplitud de miras de Euskadi, es una tierra con futuro, quiero que mi hijo viva aquí".
Si se le pide que elija un lugar mágico para él en Euskadi no duda: "Pasear un día de lluvia por la playa de La Zurriola, lo hago a menudo, me gusta, me hace sentirme bien, es una sensación incomparable para mí". Le gusta el tamaño de las ciudades vascas, le gusta la gastronomía: "Soy mediterráneo, pero creo que encajo muy bien aquí. Está la familia, aunque es cierto que voy a Barcelona, allí vive mi madre, pero me siento muy a gusto viviendo en Donostia. Hago trabajos que quizá en otra parte no los haría".
Aunque adora la capital donostiarra y se siente cómodo en Euskadi, es imprescindible hablar de la ciudad que da título a su libro: "Barcelona ha sido siempre una ciudad de mar, de puerto, que ha recibido gente. Eso ha hecho que haya tenido una actitud muy concreta en varios temas: ser transgresora y en ir por delante de su tiempo. Lo que estoy diciendo fue la Barcelona de los setenta. La gente iba allí porque pasaban cosas". De su ciudad de adolescente para el cantante ahora sólo quedan las cenizas, no la reconoce como lo que fue y lo que supuso para la música, para el cine, para el arte en general.
Cuando vuelve la vista atrás ve en Barcelona lo que ahora no encuentra: "Hay cosas que no pueden durar; la libertad no puede durar demasiado. Ahora tenemos una libertad vigilada.". Siguiendo el hilo de sus recuerdos, habla de la música, de lo que supuso para el rock, también lo que destacaba por su estatura: "Nunca supuso para mí un problema, constituía el foco de atención siempre, no estaba mal. Cuando algunos colegas se quejaban de que les miraban por la calle, a mí no me importaba, estaba muy acostumbrado".