Una placa en la que se lee también en euskera ‘Víctima por acción policial. 15-12-1985’ testimonia ya en las calles de Donostia la muerte violenta de Mikel Zabalza hace 39 años. Natural de la localidad navarra de Orbaitzeta, Zabalza, de 33 años, trabajaba de chófer en la Compañía del Tranvía de San Sebastián (actual Dbus) y el 26 de noviembre de 1985 fue detenido por la Guardia Civil en el marco de una operación antiterrorista.
A los veinte días de su arresto, el 15 de diciembre, apareció muerto en aguas del río Bidasoa con signos de haber sido torturado. La versión oficial explicó el hecho en que huyó mientras estaba detenido y que se ahogó accidentalmente cuando trataba de cruzar el cauce del río. Zabalza no sabía nadar.
La placa, que forma parte de la iniciativa municipal para recordar a las víctimas que las distintas violencias han causado en la ciudad, ha quedado fijada en la acera de la calle Baratzategi, a unos veinte metros de la barrera de Entrada al complejo policíal.
Sencillo homenaje
Como en otras ocasiones, el acto ha consistido en un sencillo homenaje de reconocimiento en el que han participado el alcalde de Donostia, Eneko Goia, y representantes de todos los grupos municipales a excepción de los del PP, que consideran que colocar la placa junto al cuartel “es una forma de señalar o culpar públicamente a la institución por su muerte, lo que resulta ofensivo y desafiante para los miembros de la Guardia Civil”. En parecidos términos se ha expresado esta semana también la AVT.
En el acto de homenaje también han participado los familiares de Zabalza y miembros de los colectivos que mantienen viva su memoria.
También han acudido al acto de homenaje víctimas del GAL, como Pili Zabala, y víctimas de ETA, como Maixabel Lasa y Gorka Landaburu. El Gobierno de Navarra también ha estado presente en la persona de Ana Ollo, consejera de Relaciones Ciudadanas.
Entre el público también se han podido ver imágenes de Ion Arretxe e Idoia Aierbe, que también fueron detenidos en aquella operación policial y que sufrieron graves secuelas psicológicas y físicas de su paso por el cuartel.
Casi cuatro décadas después, la familia sigue exigiendo el esclarecimiento de lo ocurrido y la asunción de la responsabilidad en su muerte por parte del Estado, es decir, que murió como consecuencia de las torturas sufridas en las dependencias de la Guardia Civil, la versión que a falta del reconocimiento oficial está asumida por la gran mayoría de los partidos políticos y la ciudadanía vasca.
Recientemente, fue reconocido por el gobierno de Navarra como víctimas de abusos policiales, paso que ya había dado antes el Gobierno vasco.
Memoria y visibilización
El Ayuntamiento continúa desarrollando esta iniciativa para recuperar la memoria y visibilización en el espacio público de aquellas víctimas del terrorismo y de la violencia de motivación política que perdieron la vida en esta ciudad.
Hasta el momento, se han colocado placas en los lugares en los que fueron asesinados Juan Maria Araluce, José María Elícegui Díez, Antonio Palomo Pérez, Luis Francisco Sánz Flores, Alfredo García González, Gregorio Ordóñez Fenollar, Francisco Martín González, Fernando Múgica Herzog, Rafael Garrido Gil, Daniela Velasco Domínguez de Vidaurreta, Daniel Garrido Velasco, Miguel Paredes y Elena Moreno, Eugenio Olaciregui Borda, Francisco Javier Gómez Elosegi, José Ángel Santos, Josu Leonet, Juan de Dios Doval Mateos, Miguel Ángel Iñigo Blanco, Juan Antonio Marcos González, Manuel Orcera de la Cruz, Antonio Pastor, Moisés Cordero, Lorenzo Motos Rodríguez, Santiago Oleaga Elejabarrieta - asesinados todos ellos por ETA -, Enrique Cuesta, Antonio Gómez y Juan Manuel García Cordero -asesinados por Comandos Autónomos Anticapitalistas-, Begoña Urroz Ibarrola - asesinada por el DRIL –, María Jose Bravo del Valle -asesinada por el Batallón Vasco Español- y Joseba Barandiaran Urkola – víctima por acción policial