Pronto harán un año en Cuelgamuros. ¿Cómo van los trabajos de exhumación?

Esto se podría vincular con las exhumaciones que hicimos en el minivalle de los Caídos de Iruñea hace unos años, cuando el Ayuntamiento acordó que el edificio, en tanto que era propiedad municipal, no podía seguir siendo un cementerio; y que era un anacronismo absoluto que estuvieran enterrados allí (los generales) Mola, Sanjurjo y ocho navarros representando a las merindades de Navarra. Aquello tuvo su polémica, que duró dos días. Pero llegó el momento que hubo que cumplir la decisión absolutamente democrática del Ayuntamiento de Iruñea y, por lo tanto, hicimos la exhumación. Mola y Sanjurjo, a su casa; y los otros de Navarra, se entregan a sus familias.

¿Cuelgamuros debería ser lo mismo?

Quiero poner el ejemplo de Iruñea por la razón de que dos de las familias de Navarra querían sacar los restos del aitona. Los descendientes de segunda generación, los nietos, pensaban que no podían seguir estando enterrados en un lugar donde el nacional-catolicismo imperaba, dominado por una fundación o cofradía que tienen ahí en Iruñea. Este ejemplo, microscópico en comparación con el valle, es un precedente que casi tiene su equivalencia con lo que está pasando en Cuelgamuros.

En otra dimensión, claro.

En el valle de Cuelgamuros tenemos restos de más de 33.800 personas y 160 solicitantes. Pero casi la mitad de esas familias que han solicitado la exhumación no son republicanas. En el origen de la iniciativa está el hecho de que algunas familias se enteraron hace seis, ocho o diez años de que los restos de su abuelo o familiar no estaban donde los habían enterrado. Imagínate, los habían matado en no sé qué pueblo y, cuando fueron a esas fosas a rescatar los restos, se encontraron que estaban vaciadas. Franco se los llevó. Se los llevaron al valle, por esos sentimientos extraños del mundo nacional-católico de los años 50. Y cuando las familias se enteraron de esto, se pusieron a 100 por hora y reclamaron judicialmente el caso; y la Justicia les dio la razón.

“Hay quien nos ha dicho: ‘bueno, como el próximo domingo hay elecciones, a partir del lunes ustedes ya no volverán por aquí”

Pero aún estamos así.

Lo que ocurre es que nunca se había ejecutado ese derecho que tenían las familias de reclamar. Las familias tienen la legitimidad para poder recuperar esos restos si fuera posible. Y este es un plan netamente forense que diseñé yo mismo hace tres años y pico, cuando se creó la Secretaría de Estado de Memoria Democrática. Pero, claro, se puede hacer porque hay una decisión política institucional que dice que las familias tienen derechos.

¿Qué me dice de los que están en desacuerdo?

Han hecho todo tipo de recursos judiciales contra esta idea con argumentos generales. Uno de ellos es algo así como que se iba a alterar la paz de los muertos. Es una cosa simbólica, ideológica. Y, claro, los jueces nos han dado la razón o han resuelto los casos en favor de la iniciativa institucional en la que estamos.

Aun así, los recursos judiciales les siguen demorando hoy en su trabajo.

El argumento nuestro es sólido. Es decir, quienes están haciendo esto son profesionales con experiencia en la materia. O sea, no se está profanando nada, en la medida en que hay una decisión institucional política, basada en la ley de Memoria Democrática en este momento. Y somos respetuosos con la totalidad de lo que hay allí.

¿Impresiona lo que hay allí?

Claro que impresiona. A nosotros, como expertos, nos impresiona un poco menos. Y ante todo, somos respetuosos y cumplidores del código deontológico y los códigos éticos en esta materia. Y así pudimos por fin empezar en junio del año pasado. Y digo por fin, porque ya tuvimos desde el principio un recurso que nos retrasó prácticamente dos años el inicio. Es que si no hubiera habido este tipo de recursos, igual la tarea estaba acabada en esta fecha.

¿Cuántos han identificado y entregado ya?

Empezamos y tuvimos algún éxito porque identificamos a 12 personas que procedían de Ávila. Y se hizo la entrega de los restos hace ya algunos meses, porque el punto último del recorrido forense es la entrega digna de los restos.

¿Cómo es el momento de la entrega?

Consiste en entregar los restos a los familiares con un informe técnico pericial netamente forense. Y además hacerlo con presencia de autoridades. Llevamos muchos años entregando restos; la semana que viene se van a entregar más restos de los que encontramos en el monte. Y la entrega no la hago yo en el laboratorio porque viene la familia a coger la caja. No, no: la entrega se hace con el lehendakari muchas veces u otras autoridades. Esto es importante, porque está en la propia ley. El punto último tiene que ser la entrega digna de los restos con presencia institucional para que se reconozca institucionalmente esa circunstancia injusta.

“Lo de reabrir las heridas es un argumento absolutamente vulgar y sin contenido, insultante para las familias”

¿Cómo lo cogen los familiares?

Es impresionante, porque las familias pasan de no tener ni un papel prácticamente, como nos han dicho muchas familias en la visita al valle: parece que mi padre no existió. Es decir, pasas de que no figure en ninguna parte, a tener un informe extenso: la parte histórica, la biográfica de la persona, cómo fue su familia, su ideología, si era militante de un sindicato, cómo les mataron en el pueblo, etcétera. Y después entramos a lo puramente arqueológico, que es la búsqueda de las cajas, más el análisis antropológico, odontológico, radiográfico, fotográfico; y los informes genéticos. Todo va unido en un solo documento.

¿Todo bajo un estricto protocolo?

Este tipo de metodología, que es universal, la recomiendan Naciones Unidas y el Comité Internacional de la Cruz Roja. En el plano forense nos agarramos mucho a las dos referencias universales.

¿Le sorprende aun así que haya gente que se oponga tanto?

Me sorprende que se puedan oponer a una exhumación en el valle, como que haya gente que se oponga todavía a que exhumes una fosa en el campo, en el monte o en una cuneta, que ocurre ya menos, pero sucede todavía. Es que la ley de Memoria Democrática tiene varias ideas, pero una clarísima es el derecho de todas las víctimas a conocer la verdad. Pero algunos te dicen que, claro, como han pasado muchos años…

Lo de reabrir las heridas, ¿verdad?

Bueno, eso es el argumento que se utiliza, pero detrás de la frase no hay contenido. Es un argumento absolutamente vulgar, insultante para las familias. Pero ahora estamos en un proceso de involución y entonces crecen como una especie de críticas que son incomprensibles. La recuperación y entrega de los restos a los familiares, cuando están abandonados en una cuneta con el monte, es lo menos que se puede hacer.

¿Han tenido miedo de que en función del resultado de las elecciones españolas se fuese al traste todo esta trabajo?

Hay quien nos ha dicho lo siguiente: bueno, como el próximo domingo hay elecciones, a partir del lunes ustedes ya no volverán por aquí.

¿Cree que había un riesgo real de que sucediese eso?

Por supuesto, esa es la idea de la involución. De hecho, la Guerra Civil española del franquismo fue una involución frente a derechos que se habían conseguido. Y eso lo pagaron nuestros padres particularmente. Es terrible. Eso pasó también en Chile en el año 73. Viene Pinochet, da un golpe de estado y se produce una involución respecto de montones de cosas que la sociedad chilena ya había logrado de manera pacífica. Estas cosas se ve que aquí también pueden ocurrir, porque asistimos a discursos que son sociológicamente como de otro tiempo.

¿Cómo es trabajar con esa presión añadida?

Nosotros, en todo caso, estamos muy tranquilos porque estamos haciendo una tarea que es a petición, en un proyecto que tiene el amparo de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática.

¿Cómo es trabajar allí dentro?

Tú entras allí al principio y, para empezar, no había luz; la tuvimos que poner. Y una vez que ya hemos puesto la luz, hemos habilitado los accesos, quitado los ladrillos del suelo, limpiado todo, y hemos puesto las condiciones higiénicas suficientes por el riesgo biológico...

¿El riesgo biológico qué es?

Son hongos, mohos, esporas…, ese tipo de elementos que pueden tener cierto riesgo si no te proteges. El riesgo biológico tiene una clasificación de cuatro niveles. Y estamos en el segundo nivel, que significa que los que estamos trabajando allí podríamos enfermar, pero no podríamos trasladar la enfermedad a nadie más de nuestro alrededor. El riesgo tercero sería que tú te enfermas y a más contagias a tu familia. No estamos en el tres.

“El punto último de la exhumación tiene que ser la entrega digna de los restos a los familiares con presencia institucional”

¿Y qué tipo de enfermedades pueden producir esas esporas, esos mohos?

Respiratorias. El riesgo principal es que al moverte por ahí dentro se levanta un polvo, que es el que puede traernos algún tipo de problema. Para eso se ha colocado un sistema de ventilación, de renovación del aire, con unos filtros que hay que renovar periódicamente.

Ahora de nuevo están parados por la justicia, ¿no?

Llevamos un tiempo de inactividad. No estamos completamente parados, porque los análisis genéticos se están haciendo de los restos exhumados. Lo que nos han parado hace unos meses es la exhumación propiamente dicha. No podemos seguir moviendo paredes o abriendo huecos. Es un auto por el cual se paralizan las tareas de obra, no las forenses.

¿Esta demora por tanto recurso judicial se contemplaba en su plan inicial?

Ah, no, no. No tanto. Siempre pensamos que a alguien le podía parecer mal y que harían una crítica de tipo periodístico, a lo más. No pensé nunca en que además prosperaran algunos de los recursos. De hecho, prosperó un recurso que en pocos días se resolvió a nuestro favor, de una persona que decía que no tocáramos los restos de su familiar. Y la respuesta que dimos a través de los abogados del Estado es que a este lugar concreto ni vamos a ir porque no hay ninguna solicitud de exhumación. Entonces se desbloqueó la situación enseguida.

¿Se podrá exhumar e identificar a los 160? ¿Es sólo cuestión de tiempo?

No es una tarea fácil. Pero esto pasa también en las fosas que están en el monte. No identificamos a todos, ni siquiera encontramos todas las fosas. No garantizamos que lo vayamos a encontrar, sino que estamos buscando en condiciones que son, desde el punto de vista de los recursos humanos y materiales, las necesarias para hacer esta tarea.

Creo que también han sufrido sabotajes.

Los sabotajes que hemos sufrido son chiquilladas frente a la magnitud de los problemas reales. Y en ese terreno, pues alguna vez cortaron unos cables eléctricos, cositas así. Algunas veces nos han hecho algunas fotografías un tanto incómodas. Nosotros no podemos ni comer ni beber allí dentro, así que al mediodía hacemos una parada: salimos al exterior como una hora; y tenemos ahí un barracón donde en su momento hicieron algunas pintadas. Y allí a veces, con buen tiempo, nos hemos comido la manzana en el exterior del barracón, hablando, claro, en un área en la que tampoco hay nadie alrededor; y sin embargo, nos han hecho fotografías.

“Sabíamos que podía haber críticas periodísticas, pero nunca llegué a pensar que prosperaran algunos de los recursos judiciales”

¿Es este el mayor desafío técnico al que se han enfrentado?

La exhumación de Cuelgamuros tiene una dimensión técnica de dificultad que la situamos entre lo muy difícil y lo imposible. Aquí hay más de 33.000 esqueletos y te enfrentas a que en una de las habitaciones haya un goteo de agua en un lado y todo lo que está por ese lado está arruinado; y, sin embargo, te mueves tres metros en otra dirección y las cajas aún se sostienen. Los restos que están en las plantas más bajas han acumulado más agua. Es decir, el agua de la montaña atraviesa la montaña, las bóvedas y caen en la planta más alta, pero de ahí va el suelo y de ahí para abajo. Y al mismo tiempo, dentro de cada cámara o habitación, las cajas que están en apoyo del suelo absorben más la humedad de ese mismo suelo. Sin embargo, las cajas que están más arriba están con más aireadas.