Horas antes del 8 de Marzo, los dos socios que conforman el Gobierno español, PSOE y Unidas Podemos, consumaron su fractura total en torno al proyecto de ley feminista más relevante de la legislatura: la conocida como norma del solo sí es sí.

Este abismo entre los dos socios del Ejecutivo que lidera Pedro Sánchez ya se venía intuyendo en las últimas semanas, en las que se vio claro que el acuerdo para la reforma de la norma era inviable; pero no por previsible es menos significativo ni sus consecuencias menos graves.

Y es que el Gobierno de coalición ofreció ayer martes una imagen de división total a dos meses y medio de las elecciones autonómicas y municipales, y no solo eso, sino que el PSOE se vio obligado a contar con los votos del PP para conformar una mayoría que sacara adelante la toma en consideración de su iniciativa de reforma de la norma ayer martes por la tarde en el Congreso de los Diputados. 

Así las cosas, la reforma socialista del solo sí es sí, que trata de evitar las rebajas de condena a agresores sexuales que han generado una considerable alarma mediática y social, salió adelante en la Cámara con una mayoría diferente a la habitual.

Los grupos de la investidura se dividieron -el PNV votó sí, mientras que otros como ERC o EH Bildu optaron por el no- y fue la derecha quien salvó la votación para que la iniciativa siga adelante, con un apoyo que el PP ya había anunciado hace días y que pone en un brete a la coalición de Gobierno. Vox, por su parte, se posicionó finalmente en la abstención.

Ahora, los del Alberto Núñez Feijóo pueden sacar pecho y venderse como garantes de que haya salido adelante una modificación que trata de impedir los efectos adversos de la norma original, a la par que celebran haber dejado fuera de juego a Podemos y dividido a la coalición del Gobierno de Sánchez.

Esa división es una realidad que se evidenció en el debate previo a la votación, en el que socialistas y morados intercambiaron reproches y mostraron abiertamente su enfado mutuo.

De esta manera, en su intervención la diputada del PSOE Andrea Fernández se dirigió de forma expresa a sus socios de Unidas Podemos: “Estamos cansadas de sus peroratas”.

 “Dejen la hipérbole y hablemos de soluciones, es lo maduro y lo serio. Cuando se trata de cuestiones de tanta relevancia no importa el con quién, si no para quién”, trasladó a la coalición de izquierdas la también secretaria de Igualdad socialista.

Fernández quiso dejar claro que su partido “lleva más de 40 años diseñando la arquitectura política y legal en materia de igualdad” del país, de la ley del aborto a la de igualdad.

Por parte de Podemos, la diputada Lucía Muñoz instó a la ciudadanía a manifestarse hoy y a “gritar alto y claro que solo sí es sí”. “Este fue el grito de miles de mujeres en las calles que ustedes traicionan”, advirtió al PSOE, que a su juicio“ está dando la espalda a todas las mujeres de este país”.

En esa línea, Muñoz tachó de “gravísimo” que los socialistas se alíen con PP y Vox para “volver al Código Penal de La Manada” y al “calvario probatorio” para las víctimas.

Y, aunque aseguró que Unidas Podemos está abierto a negociar, insistió en que su posición es firme: “El consentimiento no se toca y vamos a defender aquí dentro y en las calles las conquistas feministas con toda la fuerza organizada de nuestro movimiento”.

En términos similares se pronunció la ministra de Igualdad, Irene Montero, presente ayer en el hemiciclo y que consideró “una mala noticia, y más en víspera del 8 de Marzo, que el PSOE se dé la mano con la derecha” para “volver al Código Penal de la violencia y la intimidación”.

En cuanto a las ministras socialistas, la más tajante fue la de Justicia, Pilar Llop, que defendió la propuesta técnica realizada por su Ministerio: “Yo he hecho lo que tenía que hacer y he cumplido con mi obligación, que es presentar una propuesta viable”.

Llop respondió de nuevo a la principal crítica de Unidas Podemos y del ministerio de Igualdad a la reforma impulsada por el PSOE y redactada por su ministerio, recalcando que “el consentimiento no se toca”.

Fue el PP quien decantó la balanza con su postura favorable a la reforma. Pero, a pesar de su apoyo a la toma en consideración de la iniciativa socialista, la portavoz popular, Cuca Gamarra, cargó con dureza contra el Ejecutivo, asegurando que el cambio es “una derogación por el propio Gobierno” de una ley impulsada por él mismo: “Estamos ante una enmienda a la totalidad de Pedro Sánchez a su propia coalición”.

Para Gamarra, la única razón por la que el PSOE ha presentado esta reforma es por la “alarma electoral”, y trasladó la “responsabilidad” de los efectos de la ley a “aquellos que con su voto la respaldaron e hicieron que llegara al BOE”.

Por su parte, Vox optó por la abstención. Su portavoz, Carla Toscano, apostó por “derogar entera” la norma y aseguró que el Gobierno “ha perdido toda la autoridad para hablar de las mujeres” porque las han dejado “más desprotegidas que nunca”. Toscano también se dirigió a los diputados del PP, a quienes llamó “pagafantas” por “comprar toda la basura ideológica de la izquierda”.

Margen para el acuerdo

En cualquier caso, todo el pescado no está vendido ya que la reforma cuya toma en consideración se aprobó ayer martes seguirá su trámite legislativo y está abierta todavía a modificaciones para las que hay margen de acuerdo entre el PSOE y Unidas Podemos. A este respecto, ambas partes se emplazan a dialogar y negociar para consensuar una modificación final que contente a las dos formaciones.

Pero, mientras tanto, la coalición de Gobierno se ha partido en el momento más crítico -a horas del 8-M- y en un tema especialmente sensible, y a la jornada de reivindicación de hoy acuden divididos las feministas cercanas al PSOE y las militantes de Podemos, para satisfacción de la derecha española.