Tras la Guerra Civil, el doble rasero se convirtió en moneda de cambio común y, en función del bando al que se perteneciera, la vida podía ser “plácida”, como reivindican los nostálgicos del régimen, o estar abocada al ostracismo más absoluto. Este último es el caso de los 12 riojanos, comprometidos con la II República, que fueron fusilados extraoficialmente y enterrados hace 86 años, el 6 de noviembre de 1936, en una fosa en Labastida. El Gobierno vasco y el Ayuntamiento de la localidad les han rendido un sentido homenaje para restituir su dignidad y su memoria.

Los 12 de Labastida ya recibieron un primer reconocimiento cuando, en 1980, sus restos fueron recuperados por sus familiares e inhumados en un panteón en el cementerio de San Vicente de Sonsierra. Se trata de una de las acciones llevadas a cabo en el inicio de la Transición a título personal por personas particulares, siguiendo el impulso de los familiares que buscaban a sus allegados tras 40 años de dictadura. Hoy, sin embargo, ese homenaje ha tenido carácter de oficialidad con el descubrimiento de una placa con todos sus nombres en la fosa donde yacieron sus cuerpos.

Se trata de Nicolás Martínez de Sojo Bastida, Félix Urrecho Ruiz, Leopoldo González Izarra, Ismenio Moneo Tordomar, Francisco Sanjuán Melchán, Braulio Antón García, Vicente Rojas Carboneras, Felices del Campo Ábalos, Juan Martínez Ábalos, Martín Ramírez Apilánez, Ceferino Sagredo Hermosilla y su hermano Cipriano. “No podemos devolverles la vida pero sí restituir su dignidad”, ha dicho la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, que ha estado acompañada de la alcaldesa de Labastida, Laura Pérez, entre otros cargos institucionales.

Ha explicado que el objetivo de la convocatoria es honrar “una memoria que la dictadura franquista trató de borrar de la faz de la tierra”. La consejera ha denunciado que “mientras unos muertos eran honrados y glorificados por el régimen, los cuerpos de los 12 de Labastida yacían en una cuneta, enterrados en una fosa; quisieron enterrar su memoria para siempre”. Por este motivo, dignificar la fosa es “un símbolo de la defensa de la libertad, la democracia y la justicia social”. Ha subrayado la necesidad de “proclamar la verdad y reafirmar nuestro firme compromiso con el derecho y el deber de memoria y con el nunca más. Se lo debemos a ellos y ellas, y a las nuevas generaciones”.

Aurresku de honor y ofrenda floral

El acto ha comenzado en el Ayuntamiento de Labastida con la emisión de un vídeo en el que los principales protagonistas, como familiares y miembros de la asociación memorialista La Barranca, relatan la exhumación de 1980. Tras los discursos, la consejera Artolazabal ha entregado una réplica de la escultura ‘Duintasuna’, que preside los Columbarios de la Dignidad de Elgoibar y Orduña, a los familiares de las 12 víctimas. Los asistentes se han trasladado entonces al lugar donde se ubicaba la fosa, y dos nietos de los fusilados han descubierto la placa con los nombres de las 12 víctimas. La misma incluye un código QR con el que se puede acceder a la información relativa a la fosa. Tras el aurresku de honor, familiares y vecinos han depositado flores en su memoria, lo que ha puesto fin al acto.