Otros testimonios de mujeres rurales explican que en este tipo de reuniones les “han callado, faltado al respeto, ignorado y ninguneado”.
Afianzar la participación de las mujeres campesinas, clave para el futuro de la actividad agraria
La falta de reconocimiento, de confianza o de legitimidad de sus opiniones, la limitación de la titularidad de los proyectos agrarios, y la persistencia de un entorno muy masculinizado son algunas de las barreras con las que se encuentran las campesinas a la hora de entrar y participar en organizaciones agrarias y en políticas públicas en la materia
Las mujeres han desempeñado un papel fundamental en el ámbito rural a lo largo de la historia, cargando sobre sus hombros, además del trabajo productivo, el peso de la casa, el cuidado y la alimentación de la familia y, ocupándose del cultivo y los animales para el autoconsumo de la familia.
El desarrollo que se ha vivido en los núcleos urbanos en los últimos años contrasta con la fotografía que refleja lo que aún se vive en el mundo rural, donde se evidencia la brecha territorial, de desigualdad de género y el déficit de participación de las mujeres en espacios organizativos e institucionales.
La importancia del campo en la sociedad actual sigue siendo primordial e insustituible para asegurar una alimentación sostenible, sana y de calidad que sustente a todas las personas. Y en esta esfera nos encontramos con poblaciones masculinizadas y envejecidas, donde la presencia clave de las mujeres está lejos de ser debidamente representada.
De acuerdo con Gotzone Artiñano, del departamento de Soberanía Alimentaria de la Fundación Mundubat, “son especialmente preocupantes los obstáculos que impiden la participación de las mujeres en las organizaciones agrarias, y ello nos empujó a poner en marcha un proceso de investigación junto con CERES, con quien compartíamos esa inquietud”.
“Son especialmente preocupantes los obstáculos que impiden la participación de las mujeres en las organizaciones agrarias” Gotzone Artiñano, del departamento de Soberanía Alimentaria de la Fundación Mundubat
De ese proceso salió el informe “Participación de las mujeres campesinas en el Estado Español”, con el fin de visibilizar su realidad y comprender las causas y efectos de la misma y así, “poder transformarla hacia una situación diferente, de justicia e igualdad”. El estudio parte de la certeza de que no es posible considerar a las mujeres campesinas como un todo homogéneo. De hecho, durante el proceso de investigación, en repetidas ocasiones resonó la frase: “yo no encajo en ninguna de las casillas establecidas en las ayudas y subvenciones que ofrecen”.
Artiñano explica que en este informe se han propuesto ahondar, desde una visión integradora, en la experiencia de organización y asociación que viven las mujeres: “profundizando, por una parte, en las formas en que las mujeres se relacionan y socializan en el tejido asociativo agrario y, por otra, en el marco normativo que influye en dicha experiencia, para impulsar cambios de posicionamiento hacia los puestos de liderazgo y participación activa de las mujeres campesinas”.
Tomar conciencia
El primer paso para la participación de la mujer rural en organizaciones y política es tomar conciencia de su papel fundamental. Según refleja uno de los principales hallazgos de la investigación, en las normativas que establecen las directrices para el desarrollo de las políticas públicas destinadas al ámbito rural, concretamente, la Política Agraria Común de la Unión Europea (PAC) y los Planes de Desarrollo Rural de las comunidades autónomas, las mujeres apenas se mencionan y, cuando aparecen, lo hacen en el mismo “pack” con los jóvenes. Es decir, a las mujeres no se les concede, como se debería, un enfoque diferencial por su condición de discriminación histórica.
Titularidad compartida y tutelaje
Más allá de las normas, la investigación resalta otros factores determinantes en la vida de las mujeres agricultoras, ganaderas y jornaleras: se trata de las observaciones que han salido a la luz a través de entrevistas en profundidad, que hablan de muchas barreras y violencias históricamente ignoradas.
El informe constata que, en primer lugar, son los hombres los que acaparan los títulos de gran parte de las explotaciones a nivel estatal, ellas aparecen como titulares de forma minoritaria a Título principal y figuras como la Titularidad Compartida no se han desarrollado adecuadamente. El estudio concluye que la dificultad de acceso a recursos como la tierra, en numerosas ocasiones conlleva que, para poder lograrlo, se acepten condiciones que conllevan tutelas por parte de hombres de sus familias que son quienes cuentan con esos recursos.
Germinando brotes feministas en el medio rural.mp4 from Mundubat on Vimeo.
Barreras y violencias
El estudio recoge otro tipo de barreras que dificultan la participación de las mujeres campesinas en reuniones u organizaciones. Se señala que las mujeres tienden a intervenir menos o directamente a no opinar sobre los temas que se tratan en este tipo de asambleas por falta de confianza, “miedo al ridículo” o, incluso, a suscitar ciertas reacciones en los hombres.
Otras veces las mujeres se hacen acompañar de sus maridos porque “no se atreven a hablar solas”. Otros testimonios de mujeres que han participado en el estudio explican que en este tipo de organizaciones les “han callado, faltado al respeto, ignorado y ninguneado”.
También se pone en evidencia la violencia administrativa; por una parte, tanto el Ministerio de Agricultura como la Unión Europea visibilizan en sus informes cuáles son los derechos de las mujeres del ámbito rural y las ayudas a las que acceden, lo cual evidencia, al contrastarlo con la realidad de los hombres en el campo, que estos duplican o triplican a las mujeres en términos de derechos de propiedad. El sentimiento de algunas entrevistadas es que desde las administraciones no aplican medidas concretas para que esta situación pase a ser equilibrada.
Plan de acción
El informe ha ahondado también en las causas de la escasa participación política. Ante todo, tenemos la necesidad de replantearnos las políticas públicas que incluyan la perspectiva de género, lo cual se encuentra estrechamente vinculado con cuestiones como que las políticas pongan en el centro a las personas y a la naturaleza y no tanto al mercado.
Asimismo, el análisis propone varias vías de acción para que las mujeres participen más y en mejores condiciones. Por una parte, que las mujeres rurales tomen conciencia de su situación: cuál es su realidad actual y los motivos por los que la misma se da. En ese sentido se incide en la necesidad de contar con espacios propios para identificar necesidades y estrategias. Por otra, seguir haciendo reuniones y talleres para darles información y que salgan empoderadas, para que puedan estar y participar con mayores garantías en los espacios donde se organizan y se deciden las políticas que le afectan en su día a día.
Hay que caminar hacia políticas integradas, de tal manera que las mujeres se sientan una parte viva y con derechos, de plena participación, utilizando herramientas imprescindibles para ello, como, por ejemplo, el uso del lenguaje inclusivo dentro de las organizaciones y en la redacción de las políticas públicas.
Es necesario crear un lugar de encuentro y dar visibilidad al trabajo invisibilizado de las mujeres, para hacer frente a la devaluación histórica del mismo. Incluso, se habla de la posibilidad de promover la figura de la madrina que acompañe procesos de entrada a las organizaciones, para crear alianzas intergeneracionales y dejar legados empoderadores entre mujeres en el entorno rural.
En conclusión, las mujeres campesinas y del entorno rural tienen que llegar más y mejor a los órganos de organización y de decisión para recuperar su voz y voto, aportar su visión y conocimientos y así, reivindicar, exigir y materializar la dignificación de su condición. Para ello, no obstante, toda la sociedad y, en especial, quienes integran los ámbitos de poder y decisión, han de trabajar con compromiso y voluntad política para eliminar los obstáculos que impiden afianzar la participación de las mujeres campesinas y del mundo rural. Se trata de una tarea urgente, puesto que de ello depende el futuro de la actividad agraria y, por ende, también de la soberanía alimentaria de los pueblos que habitan esta Tierra.
Lideresas campesinas en Euskal Herria
El pasado junio tuvo lugar en Basoa (Bizkaia) el “Foro Internacional: construcción de políticas públicas y legislación para Mujeres indígenas y campesinas de Bolivia, Colombia y Euskal Herria”, en el que se reunieron diferentes organizaciones de mujeres campesinas de varios territorios para poder compartir sus experiencias organizativas, luchas y propuestas por medio de una dinámica participativa.
Durante las dos jornadas se abordaron temas de interés común, con sus particularidades geográficas y socioeconómicas, relacionados con la participación de mujeres en procesos de elaboración de políticas públicas y el fomento de liderazgos femeninos en estos espacios, todo ello para avanzar hacia la puesta en valor del sector productivo campesino, en especial de las mujeres, en el marco de la necesidad de mayor sostenibilidad, sostenibilidad de la vida.
La experiencia permitió un profundo intercambio de experiencias y conocimientos que resultan herramientas claves para seguir sembrando las condiciones para el buen vivir desde sus territorios, con la unidad marcando su hoja de ruta y con la Soberanía Alimentaria como su horizonte común.
Reuniones y foros como este contribuyen al empoderamiento de las mujeres campesinas y del entorno rural, facilitando y reforzando su participación en los espacios y organizaciones agrarias.
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