Los dirigentes independentistas catalanes están acostumbrados a reuniones extenuantes que se prolongan hasta la última hora de la jornada, tal y como se evidenció el pasado miércoles, cuando Pere Aragonès no compareció en público hasta pasadas las 23 horas para anunciar el resultado de la crisis del Govern.

Ayer jueves se repitió una dinámica similar con la reunión agotadora de la Ejecutiva posconvergente, que se prolongó durante toda la mañana y toda la tarde debido a la disparidad de opiniones sobre los pasos a seguir tras el cese del vicepresident Puigneró. No fue hasta las 20.15 horas cuando Jordi Turull y Laura Borràs comparecieron para anunciar las decisiones adoptadas.

De esta manera, la respuesta al cese de Puigneró le resultó muy difícil a la formación y enfrentó de nuevo a las dos corrientes mayoritarias del partido, la de Turull y la de Borràs, que llevan pugnando por el control del partido desde que Carles Puigdemont y Jordi Sànchez abandonaron sus cargos orgánicos y cedieron el ligerazgo de las siglas.

En este pulso que se volvió a vislumbrar ayer jueves, la corriente de Borràs abogaba por salir inmediatamente del Govern, mientras que los de Turull preferían actuar con prudencia y consultar a la afiliación durante octubre antes de tomar una decisión. Finalmente, el sector del secretario general fue el que se impuso en el acalorado debate.

La nota surrealista de la jornada la puso la irrupción de una banda de mariachis en la sede de Junts donde se celebraba la reunión. Es habitual que grupos de internautas recurran a esta broma que ya se vivió en Ferraz durante la crisis interna de 2016 que culminó con la defenestración de Pedro Sánchez.