La marca Unidas Podemos está en vías de extinción por las objeciones de IU a mantenerla de cara a las elecciones municipales y autonómicas de 2023 y, aunque el partido morado asegura que no hay nada cerrado, sí admite que más que la marca lo importante es llegar a un acuerdo global con Izquierda Unida para acudir juntos a las urnas.

El coordinador federal de Izquierda Unida y ministro de Consumo, Alberto Garzón, ha apostado por seguir trabajando en acuerdos con Podemos e incluso "ampliarlos", aunque ha recordado que serán las fuerzas políticas las que decidirán en cada territorio si siguen utilizando las siglas de Unidas Podemos.

Fuentes de ambas formaciones han confirmado a Efe que abordaron el final de la marca en una reunión justo después de las elecciones andaluzas celebradas el 19 de junio, a propuesta de IU, pero los de Podemos puntualizan que no hay nada definitivo y que desde aquella cita no han vuelto a tocar el tema.

Insisten en que quieren llegar pronto a un pacto global para concurrir juntos en el mayor número de candidaturas y que se ha hablado de que en la papeleta puedan figurar los nombres de los dos partidos o mantener, por ejemplo, marcas como Leganemos si han funcionando bien, recordando que a IU nunca le gustó del todo el nombre de Unidas Podemos.

El debate del nombre que le pongan a ese acuerdo es secundario, afirman, al recalcar que ellos no van a poner "líneas rojas" en el tema de las siglas, pero no apuestan por siglas nuevas porque no daría tiempo a que se consoliden

Izquierda Unida, en cambio, sí da por amortizada la marca Unidas Podemos, aunque quiere cerrar candidaturas de unidad en todos los sitios donde se pueda y donde la coalición ha funcionado sin problemas.

El pacto Iglesias-Garzón, a punto de ser enterrado

Todo apunta a que el "pacto de los botellines", que Pablo Iglesias y Alberto Garzón sellaron en 2016, está a punto de ser enterrado, entre otras cosas por la irrupción del proyecto de Yolanda Díaz con Sumar, que si bien no se presenta a las elecciones municipales tiene intención de hacerlo en las generales con todo lo que haya a la izquierda del PSOE.

En este paso hacia la extinción de Unidas Podemos ha pesado también el poso amargo que dejaron las elecciones andaluzas, tras una negociación rocambolesca de la coalición Por Andalucía, en la que Podemos quedó fuera, aunque se mantuvo el acuerdo político con pésimos resultados electorales.

Para rematar el distanciamiento entre Podemos e IU,la portavoz de Por Andalucía, Inma Nieto (IU), sustituyó hace unas semanas a la diputada de Podemos, Alejandra Durán, por Esperanza Gómez, de Más País, el partido de Íñigo Errejón, como representante de la coalición en la Mesa del Parlamento.

Además, detrás de todo esto subyace el posicionamiento que tiene cada una de las formaciones con respecto al proyecto político de la vicepresidenta segunda del Gobierno, que Podemos sigue viendo con recelo porque no sabe de qué manera estarán representados en él, mientras que Izquierda Unida se ha involucrado por completo al igual que Más País.

Esas tensiones evidentes entre los dos, aseguran fuentes parlamentarias, no se ha trasladado al grupo de Unidas Podemos en el Congreso, donde afirman que se trabaja muy bien y que eso es gracias a las reuniones semanales que mantienen puesto que sirven para limar asperezas y poder llegar a acuerdos.

Eso no ha impedido que en el Gobierno de coalición, del que forman parte, haya perdido peso los representantes de Izquierda Unida, después de que la ministra de Derechos Sociales y secretaria general de Podemos, Ione Belarra, prescindiera el pasado 22 de julio de Enrique Santiago -líder del PCE-.

Santiago fue sustituido al frente de la secretaría de Estado de la Agenda 2030 por la actual secretaria de Organización de Podemos, Lilith Verstrynge, cercana a Belarra.

Quedan unos ocho meses hasta las elecciones autonómicas y, con este panorama, se mantiene sin respuesta la eterna pregunta de si será posible la unidad de la izquierda.