La espada de Simón Bolívar salió a las calles de Bogotá el domingo durante la investidura de Gustavo Petro como presidente de Colombia y de Francia Márquez como vicepresidenta.

Si bien la espada no es un elemento oficial, tiene una gran carga simbólica para el pueblo colombiano y latinoamericano en general debido a la larga historia que la acompaña.

Se trata de un símbolo de libertad, anticolonial –de ahí que Felipe VI no se levantara– ya que fue una de las armas utilizadas durante los combates que culminaron con la independencia de Venezuela, Bolivia y Colombia.

Esta espada, concretamente, pertenecía como su propio nombre indica a Simón Bolívar, quien consagró su vida a la causa de la independencia en América Latina.

Por lo tanto, su importancia no solo se debe a su legado histórico. La espada que empuñó Bolívar, a día de hoy, es un símbolo poderoso no solo para el pueblo colombiano, sino tambien para el propio Gustavo Petro, que perteneció a las filas del grupo guerrillero Movimiento 19 de Abril (M-19).

El 17 de enero de 1974 esa misma guerrilla robó la espada de la Quinta de Bolívar, inspirándose en el robo de la bandera de los 33 Orientales sustraída por los Tupamaros en Uruguay. El robo de este símbolo fue el primer acto del movimiento guerrillero y se mantuvo en su posesión hasta 1990.

Tras la firma de un acuerdo de paz en 1990, la espada fue devuelta al Gobierno colombiano del entonces presidente Virgilio Barco. Desde ese momento ha estado depositada en una urna de vidrio en la Casa de Nariño, sede del Ejecutivo.

Tras ser investido, Petro anuló la orden del expresidente Iván Duque de no ceder la espada para la ceremonia por supuestos riesgos de seguridad.

“Esta espada representa demasiado para nosotros”, indicó durante el acto Petro, quien, además, resaltó que se trata de la “espada del pueblo” y por eso era importante tenerla durante la ceremonia.