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30 años después

Xabier Agirre vivió la escisión del PNV desde la presidencia del ABB, cargo que también ocupa hoy. Manolo Ibarrondo fue el primer líder de EA. Ambos echan la vista atrás para recordar la ruptura

30 años despuésDEIA

DICIEMBRE de 1984. El PNV comunica que Carlos Garaikoetxea ha dejado de ser lehendakari. No fue hasta dos años después cuando el alumbramiento de Eusko Alkartasuna oficializó la histórica escisión del nacionalismo vasco, pero la salida del Gobierno del que fue primer lehendakari tras las dictadura franquista marcó un punto sin retorno. Dos gasteiztarras vivieron estos hechos en primera persona y optaron por caminos diferentes. Hoy, tres décadas después, comparten sus recuerdos para DEIA, y detallan heridas que parecen cicatrizadas.

A pesar de su diferencia de edad -les separan 16 primaveras-, Manolo Ibarrondo y Xabier Agirre pertenecen a la generación que dio un paso hacia adelante para consolidar las nuevas expectativas políticas que brindaba el fin de un longevo régimen dictatorial. Amparados en la clandestinidad, la ideología nacionalista familiar y su círculo de amistades resultaron determinantes para seguir este camino.

El padre de Ibarrondo fue, sin ir más lejos, presidente del PNV en Araba, cargo que hoy en día y también en plena vorágine rupturista ocupaba Agirre. En cambio, el hijo no llegó nunca a liderar el ABB, pero paradójicamente se convirtió en el presidente fundacional de EA.

Conocidas las cartas de presentación, Ibarrondo se sumerge en los recuerdos de juventud, cuando un padre de "profundas convicciones religiosas" alertó desde los primeros actos de sabotaje de ETA de que "por ahí no íbamos a ningún sitio".

En casa de Agirre nunca se hablaba de política. La familia era "del partido". De su padre ha heredado la ideología política y el gusto por las danzas vascas, no en vano recuerda orgulloso cómo "el aita" bailó en el Aberri Eguna de 1934 que se celebró en Gasteiz.

El adiós de GaraikoetxeaCese o dimisión

A pesar del tiempo transcurrido, ambas partes siguen sin ponerse de acuerdo sobre si Garaikoetxea dimitió, tal y como anunció el PNV en la aciaga recta final del 84, o si por el contrario fue el propio partido, bajo la batuta de Xabier Arzalluz, quien decidió su cese, la versión que defendió el exlehendakari.

"Yo estuve en aquella Asamblea Nacional en Artea, pero los problemas habían comenzado antes", recuerda Agirre, quien relata cómo en las elecciones de 1980 el partido permitió que su presidente fuera a la vez candidato a lehendakari, una excepción a la que cuatro años más tarde no se quiso dar continuidad y que, en su opinión, provocó el enfado de Garaikoetxea. La mente de Ibarrondo, mientras tanto, viaja hasta un mitin protagonizado por Arzalluz en Zarautz en el que aseguraba que "si un presidente de Gobierno está enfrentado al presidente de su partido, siempre ganará el primero porque tiene todas las medidas a su alcance". "La única fuerza que tiene el partido es destituirle, dijo", apunta el exjuntero alavés.

No fue así en las elecciones de febrero del 84 -los segundos comicios autonómicos- donde Garaikoetxea accedió, finalmente, a renovar su candidatura. "Nadie le destituyó. El difunto Javier Atutxa, el Capi, le planteó una serie de condiciones y Carlos dijo que así no seguía", sostiene el presidente del ABB.

El motivo de la discordia que ha trascendido reside en la Ley de Territorios Históricos (LTH). En síntesis, los defensores de la foralidad y su vertiente recaudadora, por un lado, y quienes apostaban por concentrar ese poder en el Gobierno vasco, por otro. "Ya sabíamos que era un sistema histórico y todo eso, pero en un país de dos millones y medio de habitantes, más o menos como el barrio de Chamberí, teníamos cuatro parlamentos, cuatro gobiernos... Un desastre ingobernable", valora Ibarrondo. Desde una visión más pragmática, Agirre admite que este debate fue el detonante de la ruptura, pero sin perder de vista que "detrás lo que había era el tema de los dineros y su reparto".

Diferencias personalesCara a cara

"¿Si influyó el tema personal? Seguramente, pero solo por eso no se hubiera llegado a la ruptura". El carisma de Garaikoetxea y Arzalluz cosechaba seguidores, pero también una fuerte tensión interna que se trasladaba a sus compañeros de partido, según recuerda Ibarrondo. "Dos maneras de entender la forma de hacer política" que con el tiempo les llevaron a liderar vías diferentes.

El exjuntero no tuvo dudas cuando llegó el momento de elegir. "Me habían echado del PNV, nuestra concepción nacionalista era diferente. En un momento Arzalluz preguntó si queríamos la independencia para plantar berzas". Pero no eran las únicas diferencias. A pie de calle, las quejas entre la afiliación comenzaron a poner en duda un modelo donde "el voto de la Junta Municipal de Yécora valía lo mismo que el de Vitoria, con las conocidas diferencias abismales de militantes", rememora Ibarrondo. Agirre toma la palabra y le recuerda que también ese modelo permitía que "Álava tuviera el mismo peso que Bizkaia a la hora de tomar decisiones en la Asamblea Nacional: 15 apoderados por cada territorio".

Ibarrondo se fue y participó activamente en la creación de EA. "Siempre tuve claro que, después de que el partido se pusiera en marcha, yo no iba a estar al frente. Así lo dije en el primer congreso". Agirre se quedó. "Estaba plenamente convencido de que el camino era ese". Al frente de un ABB sin Cuerda logró dos concejales en las elecciones municipales.

La ruptura política también rompió amistades e, incluso, familias. A ambos les tocó enfrentarse a desaires inesperados. "Hubo gente que te dejaba de saludar", aseguran. La tensión de entonces consigue ahora arrancar sonrisas a dos nacionalistas que eligieron caminos diferentes pese a que en ocasiones hayan confluido. También lo hacen sus respuestas cuando se les pregunta por un referente de la política vasca: "José Antonio Aguirre, primer lehendakari", comparten solemnes. Pero no se ciñen a un solo nombre. "Y Garaikotxea", suma Ibarrondo. "Y Arzalluz", apostilla Agirre. Treinta años después