BILBAO. Jean-Claude Larronde (Baiona, 1946), uno de los fundadores de la sección de Iparralde de Eusko Ikaskuntza, admite que, en primera instancia, la idea de estudiar a Luis Arana no le sedujo demasiado. Nieto de una víctima de las cámaras de gas nazis, no podía reprimir su recelo ante la supuesta germanofilia del hermano de Sabino. Una llamada de Luis de Guezala desde Sabino Arana Fundazioa -editora de su libro Luis Arana (1862-1951)- fue suficiente para emprender un viaje que desmiente los mitos sobre el abertzale.

Luis Arana ha sido visto como el "número dos" de su hermano, pero inspiró a Sabino, por entonces carlista, la idea de la identidad vasca.

Su papel es muy importante porque parece que hizo este descubrimiento de que los vascos no son españoles. Lo dice en sus documentos de 1880. Dos años después, se lo comunicó a su hermano en una conversación en la casa natal de Sabino. Todo partió de esta conversación.

Sin ella, podría no haber surgido el nacionalismo vasco.

No había ninguna ideología. Únicamente, decía que los vascos no son españoles, y que han perdido su tiempo luchando con el pretendiente carlista en guerras extranjeras que no implicaban a los vascos. Sabino se quedó bastante sorprendido por esto.

¿La abolición foral y llegada de españoles propiciaron el nacimiento de la ideología?

También. Habían vivido de cerca la tragedia de la segunda guerra carlista, el exilio a Iparralde... Fue muy duro. Luis decía siempre que su padre era carlista, pero que el sentimiento fuerista fue más importante que la figura del pretendiente carlista. Sabino le dijo siempre a Luis que había luchado por los fueros del País Vasco.

¿Dónde se ve la influencia de Luis Arana en el nacionalismo actual?

Lo que quizás perdura es el idealismo y la fidelidad a los principios primitivos. Pero también se equivocó. Por ejemplo, rechazó la evolución del significado de la ikurriña. Como Sabino decidió que era la bandera de Bizkaia, Luis quería también, en 1933, que fuera sólo la bandera de Bizkaia, pero en esa época estaba reconocida en muchas partes del mundo.

Participó en su elaboración.

Claro. Como era arquitecto, dibujaba muy bien. Los dos hermanos concibieron la ikurriña, pero él fue el primer diseñador. En la Asamblea del PNV de 1933, en Tolosa, se le hubiera podido rendir un homenaje fenomenal como cofundador de la ikurriña, pero él, con una testarudez impresionante, dijo que la bandera la concibió su hermano como símbolo de Bizkaia. Fue completamente marginado, y tuvo que dimitir de la presidencia del EBB.

Hasta entonces, su labor en la presidencia había sido destacada.

Cuando estaba en el poder, entre 1908 y 1915, y también en 1932, no era radical. A veces, se opone su figura a la de Ramón de la Sota, moderado del sector euskalerriaco. Pues no. Luis le consultaba mucho. En 1932, presidió el primer Aberri Eguna. A pesar de que su figura era reivindicada por Jagi-Jagi -sector escindido del PNV-, él no se metió jamás. Y tras su marginación en Tolosa, mantuvo gran fidelidad. Hizo una propaganda muy activa a favor del Estatuto.

¿Cuándo varió su postura?

Empieza a criticar cuando los diputados nacionalistas decidieron en mayo de 1936, en las Cortes de Madrid, votar a favor de Alcalá Zamora como presidente de la República española. Luis dijo que los vascos no tenían que meterse en cuestiones de la política española. En octubre de 1936, dimitió porque no podía concebir que un miembro del PNV, en este caso Manuel Irujo, fuera ministro. Después es un poco más radical. Está en el exilio, muy difícil para él en el plano personal.

¿Esa intervención en la política española fue el único detonante de su radicalización, o hubo más?

Cuando vio la guerra, dijo que Euskadi debía ser neutral, pero eso se puede decir en el plano individual, y nunca en un plano colectivo, porque la Guerra Civil obliga a todo el mundo a cubrir su campo y a tomar una posición.

Ha mencionado que hizo propaganda por el Estatuto. Era muy hábil en ese campo, y llevó a que su hermano llegara a la Diputación de Bizkaia.

Sí. Lo suyo era la organización. Cuando estuvo en el poder, el partido tuvo mucha expansión en Gipuzkoa, Araba... Hay que reconocerle también la iniciativa de creación del diario Euzkadi en 1913. Fue muy importante disponer de un órgano de prensa. Pero la línea del diario y la de Luis no estaban completamente de acuerdo, y tuvo muchas dificultades con el director, Engracio de Aranzadi -a pesar de que lo nombró él-, sobre todo a propósito de la Primera Guerra Mundial. Se dice que Luis era germanófilo, cuando defendía la neutralidad. En los últimos años del conflicto, se puso a favor de los aliados. También decían que era un integrista, cuando era católico. Hay muchos errores. Su figura es bastante poco conocida.

¿A qué se debe el mito de su germanofilia?

La mayoría de la gente apoyaba a los aliados. Decir que se debía ser neutral y ver quién iba a ganar ya era distanciarse de esas posiciones, y la gente va un poco más allá y dice que es germanófilo.

¿Apostar por la neutralidad era una mera traslación de su postura en la Guerra Civil?

Sí. Pero hay contradicciones: cuando desfilaron todos los regimientos del Gobierno vasco, los gudaris, en la Gran Vía de Bilbao, él se quedó, y le saludaron militarmente. Se quedó muy emocionado.