BILBAO. Llevaban meses persiguiéndolo y, finalmente, llegó. Hace hoy veinticinco años, el lehendakari jeltzale José Antonio Ardanza rubricaba con el PSE un pacto de legislatura al objeto de recuperar el diálogo y la negociación que guió los primeros pasos de la democracia en la CAV. Un acuerdo deseado por el PNV y que comenzó a labrar Carlos Garaikoetxea antes de dejar su cargo al frente del Gobierno vasco. Mes y medio de negociaciones que forjaron trece años de consenso entre sensibilidades diferentes.

Los mimbres del entendimiento se remontaron a las elecciones de 1984. El PNV, pese a la hegemonía que le concedió la cita con las urnas -logró 32 escaños-, emprendió de la mano del entonces lehendakari Carlos Garaikoetxea la tarea de tejer acuerdos con el socialismo vasco. Una labor que encontraría su continuidad tras su dimisión el 18 de diciembre -para formar EA en 1986-, con Ardanza como cabeza del Ejecutivo vasco. Precisamente los contactos al objeto de erigirlo en nuevo lehendakari fueron los que posibilitaron el nacimiento del pacto de legislatura.

Los jeltzales Mitxel Unzueta y Eugenio Ibarzabal -además del propio Ardanza-, y los socialistas Txiki Benegas -como secretario general del PSE- y Juan Ramón Eguiagaray estamparon su firma en el documento el 19 de enero de 1985, tras tres horas de reunión y semanas de esfuerzo. Su pacto, que pretendía trasladar un mensaje de certidumbre ante la crisis a la ciudadanía, y que buscaba abordar retos como la entrada en el mercado común europeo, condujo además a la investidura de Ardanza en lehendakari, que aprovechó su discurso para reafirmarse en el acuerdo y el espíritu de diálogo.

Meses después, tras las elecciones del 30 de noviembre de 1986, además, se materializaría el primer Gobierno de coalición desde la firma del Estatuto de Gernika. Un Ejecutivo integrado por PNV y PSE, con Ardanza repitiendo al mando de la CAV, que evidenció la apuesta por el entendimiento.

Sin embargo, ese período contó con su fecha de caducidad. Trece años después, la alianza se quebraba. Las aguas comenzaron a agitarse tras la presentación del Plan Ardanza, a favor del diálogo para solucionar el conflicto, y en pro de incluir en el ordenamiento jurídico los logros que fructificaran tras un eventual proceso de paz. El socialismo, si bien en un principio dio su beneplácito, aunó fuerzas con el PP para oponerse a la iniciativa en la mesa de Ajuria Enea. Desde las negociaciones de Lizarra de 1998, en las que no estuvieron presentes los constitucionalistas, PP y PSE han mostrado mayor connivencia en sus propuestas, a pesar del lema socialista en pro de la transversalidad. Un acuerdo que mantienen a fecha de hoy, y en calidad de socios preferentes.