EL franquismo persiguió a lo diferente. A lo que no claudicaba con el régimen impuesto. Unos, lo sufrieron en silencio, integrados en el bando ganador. Otros, decidieron poner tierra de por medio. Desde el exilio, centenares de vascos intentaron empezar de cero. Entre ellos, decenas de artistas que no detuvieron la maquinaria y continuaron aumentando la riqueza cultural de su país. Desde la distancia, en un trabajo olvidado durante años y que siete décadas después del final de la Guerra Civil española comienza a ver la luz. "La cultura generada desde el exilio ha estado marginada durante años. Eran los enemigos del franquismo y había intereses políticos por silenciarlo todo", subraya José Ángel Ascunce, presidente de Hamaika Bide Elkartea, asociación para el estudio de la cultura de los exiliados vascos, que desde hace diez años impulsa la reedición y publicación de textos aparecidos o creados por la diáspora.
Sin hacer mucho ruido, José Ángel y el resto de profesores que integran este colectivo reconocen que han tenido que sortear más de un obstáculo para rescatar el pasado. Aunque las verdaderas trabas las tienen, según reconoce, en la falta de interés que despierta en esta sociedad lo vivido hace unas décadas. Y no sólo entre los jóvenes, a los que siempre se apunta. "El ejemplo más claro es el de nuestros políticos. Muchos de ellos se caracterizan por una ignorancia, una falta de cultura atroz. Y si unes despreocupación y desconocimiento... Interesa poco la historia", destaca José Ángel, experto en historia de la cultura durante el franquismo, conocimientos que ha inculcado a los alumnos que han pasado en los últimos años por la Universidad de Deusto.
Republicanos y nacionalistas. Artistas de toda índole y condición sufrieron el exilio desde el silencio. Y sus obras no se salvaron de este influjo. "Los exiliados son hombres y mujeres sin historia propia. Son unos desarraigados y unos alienados, y ésto queda plasmado tanto en sus obras como en sus escritos. Son hombres totalmente marcados por esa historia", asevera el presidente de Hamaika Bide Elkartea, que junto a la Universidad de Deusto celebra hasta el viernes el X Congreso Internacional bajo el título El exilio en primera persona.
A caballo entre Bilbao y Donostia, más de setenta estudiosos del fenómeno de la diáspora analizan las memorias, testimonios, autobiografías y poemas de destierro. Uno de los aspectos menos estudiados en la obra de los desterrados de la Guerra Civil, según indica José Ángel, gracias a las cortapisas de los que ostentaban el poder en el Estado español. Y no sólo de Franco: "Al régimen franquista no le interesó mostrar esa realidad. Los pantalones vaqueros y la coca-cola sí que entraron. Pero años después, con la llegada de la democracia, no se hizo mucho por recuperar esa historia". Factores que poco a poco van cambiando -continúa el presidente de Hamaika Bide Elkartea-, pero que dejan margen para la mejora.
El símbolo de García Lorca Partidario de aprender de los errores del pasado y que éstos tienen que servir para entender un poco mejor lo que sucede en el presente, José Ángel Ascunce aplaude la puesta en marcha de la Ley de Memoria Histórica, aunque insta a ir más allá. "No hay que olvidar que fue la dictadura más cruel y violenta que ha conocido la historia de España. Hay que asumir con naturalidad que fue un momento nefasto. Y hasta que no sepamos asumir nuestro pasado tal como fue va a seguir siendo un problema", subraya.
Como amante de la cultura, el presidente de Hamaika observa con pena la polémica que rodea la apertura o no de la fosa en la que presuntamente está enterrado el poeta Federico García Lorca. Aunque José Ángel prefiere ir al fondo. "Lo que es evidente es que no hay una voluntad clara por recuperar la memoria histórica y los que trabajamos en este campo lo vemos a cada paso", asevera este enamorado del siglo de oro de la literatura española, que ahora como prejubilado tendrá más tiempo para rescatar la memoria de los exiliados.