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Mikel Urrutikoetxea el pelotari renacentista

Urrutikoetxea, en su reinvención para el Parejas, anuncia su liderazgo en todas las facetas del juego

Mikel Urrutikoetxea el pelotari renacentista

Bilbao - Hay palabras que no se las lleva el viento y frases que se quedan tatuadas en el minutero. En dos de ellas comienza a emerger la leyenda del pelotari renacentista. La primera, la dice Aimar Olaizola, sentado tras la iglesia de Goizueta, cuando junio comienza a calentar. Está cómodo el pelotari navarro encima del muro del que se descuelga el Urumea a su paso por la localidad natal del terror de los cuadros alegres, a su espalda se oye el murmullo del agua y sus recodos. Habla de los jóvenes el manista y bendice a Mikel Urrutikoetxea. Dice de él que “ganará txapelas, tiempo al tiempo”. La segunda sale de los labios de Pablo Berasaluze, en una mesa, junto a un micrófono de radio, y no se corta: “Mikel lo tiene todo para ser el que traiga títulos a Bizkaia”.

Como el Urumea que se desplegaba a la espalda de Aimar, al acecho, hubo que esperar cuatro años desde ese comentario, casi clavados, para que las esperanzas golpearan el tejado de la realidad. Aquellas dos frases cristalizaron en junio del curso pasado, con la segunda oportunidad para el delantero de Zaratamo en el Manomanista ante el pelotari que le dio los halagos y la oportunidad de entrenar con él, con quien preparó su camino. El maestro Aimar cayó ante Mikel, que se puso colorado en Bilbao para todo un curso contra pronóstico. Urrutikoetxeas fueron Uruguay en el Mundial de fútbol de Maracaná, los daneses colorados de vacaciones en la Eurocopa de 1992, James Baster Douglas con Tyson en la lona o la wild card mágica de Goran Ivanisevic, ya con barba cerrada, en Wimbledon.

No dieron pie a la casualidad los dos veteranos de Asegarce, que mucho antes de aquella locura de encuentro, el de la final del Manomanista, ya había visto el futuro. Ya sabían que después podía llegar el Cuatro y Medio. Siempre se lo dijo Pablo: “Tú vales, Mikel”. También le pusieron en valor que en el Parejas se encontraría cómodo, cuestión que había demostrado en 2014, entrando en semifinales con Beroiz y mucha ambición, y en 2015, sustituyendo a Olaizola con una tendinitis en el hombro.

Quizá ha sido desde que le enfocaran los destellos del triunfo cuando creció aún más la sombra del pelotari de Zaratamo, pero su evolución reside en la fe en sí mismo. Durante el presente campeonato, ha enseñado que pueden aguantarle las dos manos para las diferentes tareas del Parejas. Lo tiene todo. Es una navaja suiza, un pelotari total. Un 4x4. “Lo hace todo bien”, esgrime Rubén Beloki, técnico de Asegarce. Desde la silla, les acompañará mañana ante Irujo-Rezusta José Ángel Balanza, Gorostiza, quien apostilla que “ha conseguido liberar en cierta medida a Aimar, que ha hecho los partidos más impresionantes que yo le he visto”.

Mejoría física Físicamente crecido por el trabajo fuera del frontón que realiza de mano de Josetxu Areitio y por el que hace por sí mismo en el gimnasio, poco queda del manista peso pluma que debutó en Arrigorriaga el 13 de junio. Se asfaltó al cemento del frontón vizcaino un delantero con poder, pero muy delgado. Con 1,89 metros de estatura, no era pesado, cuestión que no fue óbice para que se hiciera con el Cuatro y Medio de Segunda ese mismo curso.

La mejora física, virtud del trabajo, se ha gestado en los días de Iurreta y en la cuidadosa alimentación que lleva el pelotari. Calibra los alimentos que se lleva a la boca normalmente para continuar cogiendo peso, una de las circunstancias por las que ha ganado en explosividad y empaque. Antes, la luz de reserva, aunque poseía un látigo tremendo, se le encendía antes. Ahora, no existe prácticamente.

Veloz y de desplazamientos fáciles y poco escandalosos, grácil, destacan sus técnicos que “está muy rápido y se coloca de tal manera que puede alcanzar cualquier pelota”. Su situación actual, en los cuadros largos, custodiando a un Aimar que, en ocasiones, cedió en él los galones del tajo, le ha dado una visión distinta de la cancha, a la que ha sacado chispas. Rápido en defensa, su posición en el cinco le ayuda a “llegar al remate del delantero”. Cerrando huecos al contrario y restando el trabajo a Aimar, que no tiene que ponerse sobre su espalda todo el espacio cercano al frontis. Prácticamente de forma perenne, el txoko es suyo. La disciplina de pareja les ha funcionado a las mil maravillas hasta ahora. De hecho, Gorostiza hace hincapié en eso, en que “hacen una pareja muy complicada de combatir”. Mikel es todo trabajo y tiene pulmones de maratoniano.

EL Golpe “Siempre vimos que tenía mucho golpe”, desvela Ibai Zabala, zaguero de Asegarce y compañero de Urrutikoetxea en el grupo de trabajo de Iurreta, y asevera que “el nivel que está dando es muy bueno”. Al ser Mikel espigado, como un tallo, de brazos largos, la envergadura de su cuerpo le da de salida facilidad para estirar el pelotazo, cuestión que le vino de serie y a la que dio lustre en aficionados. No solo eso, también la velocidad que tiene en la derecha y la capacidad de muñequeo cuando se le agobia con pelotazos rápidos por abajo o cuando agarra pelotas en el ancho o en el txoko. Las pone muy lejos. “Despeja muy bien”, dice Rubén.

Fue Aitor Mendizabal, delantero profesional de Aspe, quien le disfrutó como compañero antes que Aimar Olaizola, cuando ambos eran aficionados y el seleccionador Kepa Arroitajauregi quiso premiarles con una torneo en San Francisco a los dos, puntilleros, dándoles la oportunidad de hacer pareja, “porque habían sido los mejores pelotaris”. El nivel no fue alto, Mikel exhibió su golpe y el de Antzuola asomó su remate fino, eléctrico, deudor de horas de arte y ensayo.

La mejora física le ha ayudado en la selección de situaciones atrás, pero sobre todo su nivel analítico personal y el ADN rabioso de un cuerpo fibroso. Apenas ha sido dominado por ninguno de los guardaespaldas del Parejas. Y eso que ni siquiera ha entrenado de forma específica en los cuadros largos durante todo el campeonato. Rezusta por momentos le agobió en la primera fase y no ha mascado mayores momentos de dudas. Se le une también que, con la izquierda, quita al delantero y busca la última losa fácil. Beloki valora esa pegada como básica. Todo ello, con una media de solamente tres yerros por partido, muy baja, que supone un “seguro de vida” para Olaizola II.

el ataque “Hay veces que me encuentro mejor de aire que a bote”, dice Mikel. ¡Quién le ha visto y quién le ve! Su asociación con Berasaluze le quitó las ganas de buscar el golpe tradicional y lo plasma en su gran juego en el mano a mano y, ahora, de zaguero. Aunque, lo cierto, es que Urrutikoetxea, que hace un año no estaba en boca de todos, ya asomaba como un atacante espectacular. Tiene un gancho que va ganando naturalidad y con el que mete velocidad al cuero. Aunque juegue de zaguero, lo busca igual. Una valor añadido. La volea con la derecha, aunque parece defensiva, lleva carga atrás, castigando con la muñeca y la dirección. Todoterreno. Purasangre. Estilo Da Vinci: hace de todo y todo bien. Completo. Renacentista.