bilbao. No será mientras esté Rafa Nadal en pie sobre la arcilla de Roland Garros, mientras al ganador de siete títulos en París le quede un gramo de energía para devolver bolas. Novak Djokovic sigue queriendo ganar el único Grand Slam que le falta, pero ayer querer no fue poder. Nadal se llevó una semifinal para la leyenda que se extendió hasta los cinco sets y más de cuatro horas y media (6-4, 3-6, 6-1, 6-7 y 9-7) y tendrá la oportunidad de sumar su octavo título en Roland Garros, una cifra que no ha alcanzado nadie en uno de los cuatro grandes, y su victoria número 59 en la tierra parisina donde solo ha perdido un partido y ya ha igualado a Guillermo Vilas y Roger Federer.
Enfrente tendrá a David Ferrer, que a sus 31 años jugará la primera final de Grand Slam de su carrera. El de Javea, un prodigio de regularidad, ha aprovechado la oportunidad de ir por el camino paralelo al de Nadal y Djokovic para lograr el mayor hito de su carrera. Ferrer sometió a Jo-Wilfried Tsonga, convertido en la esperanza del público francés, devenida en decepción tras dos horas escasas de juego: 6-1, 7-6 y 6-3. Y es que la sombra de Yannick Noah sigue siendo muy alargada para los tenistas galos, tanto como lo fue para Tsonga la oposición de David Ferrer en un partido que solo tuvo historia en el segundo set. El jugador local perdió entonces la oportunidad de igualar y el alicantino se lanzó a por su primera final en París sin ceder aún ningún set en todo el torneo.
19 victorias en 23 partidos Ahora, David Ferrer sabe lo que le espera, un Rafa Nadal que le ganado en 19 de las 23 veces que se han enfrentado y al que solo ha ganado una vez en tierra, en 2004 en Stuttgart, cuando el de Manacor era solo un pipiolo. "Si piensas mucho en eso, te llevas una buena tunda. Quiero hacer una final digna de un Grand Slam", señaló el tenista de Javea tras su victoria.
Ahora, Nadal es el mejor jugador de la historia sobre el polvo de arcilla, casi imbatible cuando está en buena condición física. El de ayer fue el primero que disputaba a cinco sets tras su reaparición y encontró de nuevo en la agonía la llave del triunfo. Porque Djokovic jugó muy bien, sobre todo en los varios momentos delicados que tuvo que afrontar, lo que elevó la categoría del partido y la decepción del número 1 del mundo, cuyo título en París deberá esperar.
Nadal tuvo un 2-3 y saque en el segundo set que Nole volteó con cuatro juegos seguidos. Estuvo dos veces el balear a dos juegos de la victoria y en ambas respondió Djokovic con restos demoledores y una determinación brutal para rematar los tantos. Nadie cedía ni un milímetro en el calor de la Philippe Chatrier y después de que el de Belgrado se llevará el desempate del cuarto set y rompiera el servicio de su rival en el primer juego del quinto, se vio a Nadal al borde de la rendición porque Djokovic se agarró a su saque para no dar opciones.
Pero el tenista balear siempre vuelve, siempre devuelve, como ese golpe entre las piernas que el número 1 contestó a la red. Novak Djokovic se olvidó de que quién tenía delante y el 4-4 fue su tumba en medio de una batalla enorme. Sus bolas ya se iban fuera de límites mientras Rafa Nadal caminaba sobre la leyenda.