Bilbao. Julián Retegi sabe de pelota, la destila por los cuatro costados, y ha sido protagonista de las crónicas pelotazales desde hace cuatro décadas. El 13 de diciembre de 1997 ganó una final de leyenda a Titín.
¿Cómo ve el actual Cuatro y Medio?
Yo no creo que haya cambiado mucho con respecto a mi época. Son estilos de pelotaris; en nuestra época también había pelotaris que jugaban mucho de aire: Ladutxe, Bergara, mi tío... Pero en el Cuatro y Medio cada uno marca su estilo. Y a mí me gusta eso.
Relata que lo bueno del acotado reside en que pelotaris de diferentes características pueden destacar y tener sus opciones.
Sin duda. En el mano a mano, por ejemplo, lo que se busca es a un pelotari completo, con mucha pegada, de pelotazos muy largos, con potencia, que se mueva en la cancha y con los recursos que pueda tener cada uno de aire o para terminar el tanto. En este caso, para el Cuatro y Medio hay pelotaris de pegada corta y por eso en el mano a mano recurren más al aire, porque no hacen daño. Lo que se busca aquí es que muevan mucho la pelota, en el frontis y en los laterales. Esa es la ventaja que tiene el Cuatro y Medio, que no hay un prototipo de pelotari. Incluso los zagueros, con la potencia que tienen, pueden permitirse abrir huecos, aunque tienen más dificultades a la hora de terminar el tanto. La jaula es el sitio más adecuado para buscar a todo tipo de pelotaris.
¿Ha evolucionado el juego en los últimos tiempos?
Más los tipos de pelotaris. Vemos que hoy en día se busca mucho el aire con la izquierda, sobre todo. La volea se utiliza para sujetar la pelota en la pared izquierda. Al gancho recurres para sacar al pelotari a la contracancha y tener más hueco para acabar. Esto siempre ha existido, pero lo que sí ha cambiado, sin duda, ha sido el material. El de ahora es más manejable que el de entonces y las jugadas que se hacen en corto para el pelotari de bote, las dejadas sobre todo, botan más. Si antes estaba bien tocada la pelota caía y era muy difícil llegar.
Y respecto al público, ¿cómo observa el cambio del Cuatro y Medio y el Manomanista?
Estamos en la era del marketing y en el mano a mano, como es tan complicado, puede que a la gente le cuesta acudir hasta a las semifinales. En el Cuatro y Medio ves a los dos pelotaris enfrentándose desde el primer momento de modo más ajustado. En el Manomanista sí que se ven las distancias y la gente no es tonta. En la época que yo empecé daba igual quién jugase. Los frontones se llenaban. Ahora en semifinales la gente entra a tope, pero más cuando dejan de palparse diferencias tan grandes.
Todo por lo que comentaba usted antes, porque pelotaris de características muy distintas pueden dar un espectáculo tremendo.
Sí, aunque, de todos modos, lo que debe darse cuenta el pelotazale de ahora es que, a pesar de que haya un pelotari con mayor pegada que el otro y que a simple vista deja la pelota muy atrás, suelen ocurrir bastantes sorpresas. El que juega muy corto tiene muchos recursos y termina el tanto mejor. Yo le digo siempre a la gente, cuando haya mano a mano acudid, aunque parezca que le va a sacar uno al otro a pelotazos, porque eso es difícil.
Quizás Abel Barriola o Patxi Ruiz sean los únicos zagueros con posibilidades dentro del Cuatro y Medio. ¿Qué opinión le merece la presencia de este tipo de pelotaris en el acotado?
En ese sentido, la pelota no ha evolucionado. Ahora están ellos; en mis tiempos eran Galarza, Errasti... Anteriormente, los zagueros ganaban a los grandes campeones. Soroa ganaba a Ogueta, por ejemplo. Eran zagueros que jugaban de tú a tú. El zaguero ahora se ha acostumbrado a pegar fuerte y duro y cuando tiene que buscar recursos le falta ese entrenamiento. Ese es el problema. Los zagueros son los que más sacan, porque tienen mucho brazo, pero les faltan esos recursos para acabar. Hay muchas veces que hacen un juego espectacular, pero no es positivo. Yo les metía ahí a los zagueros, porque hay chavales que pueden aprender y es importante que puedan tutearse con los delanteros.
¿Cómo ve el cariz que ha tomado la pelota con un juego de más de aire?
El juego rápido ha cambiado porque los hay que a bote no tienen muchos recursos. Lo bonito es que se crucen las dos cosas: hay algunos, no diré nombres, pero están arriba.
¿Cómo observa a esos pelotaris?
Hay dos fenómenos que son Olaizola II e Irujo. Ellos mandan, aunque ya se ha visto que todos son peligrosísimos.
Aimar está intratable...
Es que Olaizola no juega cinco tantos, juega los 22. Aimar aprieta mucho y en las distancias se ve que está a un nivel brutal. Yo diría que ahora es el número 1, pero que sepa que ahí está Martínez de Irujo o el propio Bengoetxea y cualquiera puede mojarle la oreja. Las diferencias, a la hora de la verdad, no son tan grandes.
El año pasado le quitó el récord de txapelas.
No tenían ninguna duda de que iba a hacerlo y creo que podía haberlo hecho mucho antes. Lo está haciendo fenomenal y ahí están sus títulos.
Hace once años dejó de ser pelotari, después trabajó como técnico, ¿cómo vive la pelota actualmente?
Con tranquilidad. Cuando lo dejé no lo estaba. Yo estaba muy acostumbrado al mundo de la pelota y ahora mismo acudo muy poco a los frontones, pero veo muchos partidos por la tele, con el hijo, y todo es bastante más pausado.
Pelota de sillón...
Somos peligrosos además, porque desde fuera todo es fácil y ahora me doy cuenta de que yo también empiezo a comentar las jugadas fáciles. Pero cuando estás dentro, ya digo, nada lo es. Es todo complicadísimo. Los pelotaris tienen muchísimo mérito. De fuera se ve todo bien, pero dentro es casi imposible.
¿Son de hablar mucho de pelota en casa?
No. Hablamos, pero no como costumbre. Comentamos algunos partidos pero para ver el lado positivo, ya que el lado negativo nunca gusta.
¿Cómo es la labor de botillero que ejerce con Julen?
Es muy sencilla. Julen está haciendo muy bien su trabajo. Yo le puedo aconsejar y los consejos valen lo que valen. Le puedo acompañar y ayudar, pero lo que importa es el trabajo que haga él dentro de la cancha. Él es el que decide. .
Se cumplen 15 años de su última txapela del Cuatro y Medio, de aquella final contra Titín III en la que dio la vuelta al resultado y que quedó en la retina de todo el mundo..
¡Recuerdo hasta los tantos! Fue una buena final aunque para mí creo que se ha exagerado. Lo que sí que tuvo aquella final fueron los ingredientes necesarios. Yo era el ídolo de retirada, o exídolo se podría decir, y llegaba una estrella, el ídolo del momento, al que todos daban como favorito, como tiene que ser en el cambio generacional. Y fue como tuvo que ser, que llegamos a 21 iguales con su vuelta correspondiente. Nadie daba un duro por mí y gané 22-21. Para contar queda muy bonito pero me quedaría con el ingrediente de la edad, que yo andaba con 43 años y él, con 28..
¿Supo diferente esa txapela?.
No. En esos momentos pensaba solo en ir partido a partido y era sacar el partido por encima de todo. Ese día también fue así. Me acercaba, se me iba y, cuando tenía el partido prácticamente perdido, el 17-21, la reacción llegó con todo aciertos. .
Habrá vuelto a verla....
He visto, pero no he sido de ver partidos en la tele. En mi memoria el partido quedaba clavado tanto por tanto, me acuerdo incluso de algunos de los 80 y los 90. .
Quince años y como si fuera ayer..
Por supuesto. De hecho, la estoy viendo ahora. Me quedo en la cabeza con todo lo que fallé, porque si uno entra de aire es porque tú le has puesto la pelota para que pueda entrar. Lo más fácil del mundo es quitar el aire si lo haces bien. Y si entra, que entre incómodo. Esa es la virtud que no veo ahora, quitar el aire para que no entren..
¿Cree que esa final fue mitificada?.
Sí. Aunque tuve mérito porque hice que corriera el joven. Siempre el joven es el que tiene que hacer correr al viejo, porque ya no lo hacen.
Titín III jugó extramotivado.
Después de ver algún vídeo sí que le he visto motivadísimo. Anteriormente habíamos jugado eliminatorias y ya le vimos marcando diferencias. En la final estaba centradísimo.
Y después le tocó esperar una década para llevarse la txapela.
Fue algo extrañísimo. Pensábamos todos que Augusto iba a ser el que dominaría el Cuatro y Medio durante mucho tiempo. ¡Menuda demostración que dio con 38 años! Y eso que estaban Olaizola e Irujo, que son los dominadores. Y, además, con todo lo que pasó esa semana previa (murió el padre de Titín). Con la edad, lo que más aprende uno es a curtirse. Los problemas que puedes tener antes de una final con los años los tomas mucho mejor. Lo planteó muy bien y lo sacó merecidamente.
Usted, que ha jugado cantidad de partidos y finales, ¿cómo definiría aquella situación de estar tan detrás en el marcador?.
La historia queda con el 17-21, pero el partido fue de tacadas. Él al principio se me escapó y en el toma y daca, cuando más difícil lo veía con el 14-17, fallé una pelota. Y se puso 17-21. Entonces, tú no cedes. También acerté las jugadas que fallé cuando tenía pelota antes. Y así es este deporte. En el tanto 17 o 18, él estaba muy cansado y lo aproveché. Entonces sí que me gustaban los descansos, no como ahora que parece que tienen un pesebre o un bebedero, y están todos los tantos bebiendo. En mi época, el que hacía el tanto mandaba si se paraba o no. No había cinco descansos y si tenías el saque, podías sentarte. Así que vi que él estaba cansado y por estrategia no le dejé descansar..
¿Se la siguen recordando?.
Cuando paras, la gente siempre me recuerda: "Las veces que habré visto ese partido y qué partidazo fue"..
Otra final legendaria fue la de Xala en el Manomanista de 2011.
Él también lo tenía todo perdido y empezó a pegar de todos los lados. Le salió todo perfecto y el contrario no respondió. Olaizola II hizo una exhibición y después no pudo quitarle.
Aquella también tuvo unos ingredientes emotivos tremendos.
A Aimar se le puso para ganar, jugando perfecto. Sin embargo, Xala se puso a acertar, sacando del txoko hacia el ancho y le salió todo. Me gustó mucho..
Usted ha afrontado un montón de finales, ¿cómo se hace?.
Con mucho canguelo. Todo el mundo te habla de ello. Hay que estar muy preparado, pero hasta que entras en la cancha sientes una preocupación constante, hay que ser muy pausado o muy plazagizon, como se dice, para seguir. Saliendo a la cancha yo era otro, me transformaba y ahí estábamos como gladiadores..
Esas semanas previas a las finales son peores que los partidos..
Las eliminatorias llevan su curso: si pierdes, te vas a casa y es una putada, al fin y al cabo. Antes de una final la preocupación es que todo Dios te enreda, te preguntan los periodistas, en la calle...