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Laskurain y los escombros

w Aritz sujeta a Sébastien Gonzalez en los momentos más delicados y aúpa a su pareja para soñar con la final w Juan Martínez de Irujo y David Merino están fuera

Laskurain y los escombrosFoto: iñaki porto

Duración: 65 minutos; 29:32 minutos de juego real.

Saques: 2 de Martínez de Irujo.

Pelotazos: 559 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 8 de Irujo, 12 de Gonzalez y 4 de Laskurain.

Errores: 4 de Irujo, 3 de Merino, 1 de Gonzalez y 2 de Laskurain.

Marcador: 1-3, 5-4, 6-7, 9-8, 10-9, 11-10, 12-19, 14-20.

Incidencias: Llenazo en el Labrit.

bilbao. "Nos hemos crecido en los momentos más complicados", afirmaba Aritz Laskurain. A su espalda se erigían los escombros de un partido épico, de máxima tensión; no en vano, estaba en juego un hueco en la final del Parejas para los dos binomios. Estaba el Labrit lleno de escombros, escombros salpicados de trincheras, bien aprovechadas por Sébastien Gonzalez, y huecos creados por el bombardeo del de Soraluze. Y es que el guipuzcoano fue un artillero brutal, revestido del teflón de un físico imponente -parecía que iba a derrumbarse de un momento a otro, pero no caía de su pedestal: tan enorme que eclipsó a Juan Martínez de Irujo, arrolló a David Merino e impulsó a Gonzalez-, que creó distancias a base de un golpeo de lujo y unos pulmones de escándalo.

Y el Labrit, mientras tanto, mordiéndose las uñas bajo el yugo de unas cuentas impensables al inicio. El número quince era el límite, la frontera entre la clasificación y la eliminación para las dos parejas. El contador del iberoarra y el de Villar de Torre tenía la clave, la llave para optar a soñar: el primer paso para ellos era superar los dieciséis cartones y con ello quitarse a Gonzalez y Laskurain del camino a la final, su segunda estación, su cumbre, su Eiger particular, era el triunfo, es decir, su billete para la final del Campeonato. Pero tan alta como los 4.000 metros de la cara norte del Ogro suizo, tan atractiva, tan trepidante, pero tan mortal, se le hizo a Juan y a David la ascensión. La cordada que unía a los dos pelotaris la enredó desde el inicio el zaguero adversario, con dos cañones por brazos, desplazando al joven riojano por la cancha a placer. Sebas colaboraba en los cuadros alegres acuciado por la necesidad. Pero, tanta necesidad se tornó una trampa y, pese a jugar a la contra sin Merino dominar, Irujo logró sostenerse en las presas que Aritz le dejaba. Mas la efervescencia anímica del azkaindarra le llevaba a dejar demasiado aislado a Aritz y a descuidar su posición.

Fue, de este modo, con Sebas disperso, como se produjo un toma y daca sin resquicios que no supieron aprovechar Irujo y Merino en su camino hacia el cartón quince. Con una renta de dos tantos (11-9), una magnífica dejada de Gonzalez que se apoyó en las dos paredes devolvió el servicio al azkaindarra. En ese preciso momento, con Aritz y Sébastien acariciando las pelotas, masajeándolas y decidiéndose por una que salía mucho de frontis murió el duelo, que no el espectáculo y, mucho menos, la emoción.

El Eiger del Labrit, la escalada maestra, se volvió en contra de Juan y David, quienes se agarraron a un clavo ardiendo, como lapas, a las agarraderas del objetivo; pero, si en el inicio Laskurain había enredado su cordada, en cuanto gozó de pelota y fue capaz de saltar al de Ibero destrozó su ascensión. Llenó de escombros el Labrit Aritz y Gonzalez se las apañó, como al principio, arrollador, para sacar a relucir su volea de izquierda violenta y el gancho. Las brechas, entretanto, se iban abriendo e Irujo y Merino se descomponían. Una tacada de diez, la culpable.

Pero Juan es tan genial que siempre guarda un as bajo la manga y a base de piolet, con el 11-19, pegó un zarpazo al cuero que hizo pinchar a Laskurain. Fue un vivac hacia el campamento base, que se mecía en los dieciséis tantos. 12-19. Cuatro tantos necesitaba Juan; tres, Gonzalez. Y la tensión. Irujo, quien timorato no había podido descargar todo su juego en la fase genial de los adversarios, se rebeló en el txoko y, posteriormente, consiguió una alcanzada en la contracancha de guante blanco que se le atragantó a los rivales. Y se acabó el fuelle, la fuerza y la resistencia. El aire de Gonzalez, que le había impulsado, remató con tres tantos a los contrarios -el último de ellos con un sotamano a dos paredes de escuadra y cartabón, trazo de arquitecto- y Lasku... "Emoixok Lasku!". Otra vez.

De esta manera, Juan y David quedan fuera de la siguiente fase del torneo y Gonzalez y Laskurain siguen en liza. En gran medida por la labor encubierta del zaguero, inconmensurable e imperial en su territorio, que acabó en escombros.