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Desde el sótano

Xabier Urberuaga, la gran sensación de la última edición del Manomanista, se queda fuera y deberá superar dos previas para acceder al campeonato de 2ª

Desde el sótanoFoto: javi colmenero

Bilbao

UN año atrás, el 21 de marzo, Xabier Urberuaga se coronaba junto a Asier Berasaluze en el Parejas de Segunda. Semanas después, el zaguero de Aulesti se convirtió en el mayor impacto del Manomanista después de alcanzar la ronda de octavos -en el camino noqueó a Julen Retegi y Aritz Begino- y competir sin complejos frente a Aimar Olaizola en el Astelena, donde cedió por 22-16. "Fue un 10 de mayo", recuerda Urberuaga, con la fecha bailándole en el tuétano. Aquella fantástica gesta, una bellísima página de la pelota proletaria, no le ha alcanzado, empero Urberuaga para asomar en el Manomanista de nuevo cuño, que ha sido encerrado incomprensiblemente en el sótano por decisión empresarial. No sólo no ha sido convocado al mano a mano de Primera sino que se ha visto obligado a mendigar una oportunidad para disputar el Manomanista de Segunda. "Pedí a la empresa que me diera una posibilidad de poder entrar en el Manomanista de Segunda", argumenta Xabier antes de jugársela con Cabrerizo el próximo domingo en el Astelena de Eibar, donde hace no tanto se jugaba una plaza para los cuartos de final del Manomanista ante Aimar. "Todo ha cambiado", dice el vizcaino, tras descender al averno desde el mismo paraíso en apenas diez meses.

Deberá superar el zaguero de Aulesti dos previas para poder acceder a una competición menor, que se regirá con las mismas directrices que su hermano mayor: ocho pelotaris en total, cuatro por empresa. "Mi objetivo es estar en la liguilla porque me garantizaría tres partidos y porque me gusta competir, sentir ese gusanillo en el estómago", apunta Urberuaga, un estajanovista de la profesión, al que la decisión de Aspe le cogió con el pie cambiando, en dirección contraria. "Esperaba entrar en el Manomanista en la tercera semana de abril y encaminé la preparación para esas fechas", desgrana el de Aulesti. Sucedió que a la Liga de Empresas le entró el pánico debido a la crisis que también fustiga implacable a la modalidad y para alimentar la caja registradora, -la pelota dejó de ser deporte hace tiempo para abrazarse al espectáculo como razón de ser- acható el Manomanista de una dentellada y decidió reunir a las luminarias de la especialidad y cerrar la competición al resto como medida paliativa.

La plaza que había ganado en la cancha Urberuaga en un fantástico ejercicio de pelota el pasado curso se desvaneció de repente, sin previo avisa. Supo el zaguero de las pretensiones de las operadoras por la prensa, y de su inclusión en una previa del Manomanista de Segunda el pasado lunes, seis días antes de su aparición en escena. Surrealista. "La empresa me lo confirmó el lunes. Hasta entonces no sabía ni si iba a jugar. De hecho, no vi el partido que jugó Cabrerizo contra Ongay. Evidentemente, si hubiera sabido que jugaba lo habría visto", concreta el manista. Ante semejante ceremonia de la improvisación, Urberuaga se ha visto obligado a un inopinado y veloz proceso de adaptación. "No me queda otra. He entrenado lo que he podido y ya se verá si soy capaz de llegar a la liguilla del Manomanista de Segunda", anuncia desde la oscuridad del sótano.