Un evento tan multitudinario como la Herri Krosa, donde se dan cita más de 8.000 participantes, esconde miles de historias. Veteranos y jóvenes comparten una misma ilusión: disfrutar corriendo por las calles de la villa. Dentro de esas personas anónimas destacan algunos ejemplos de auténtica superación personal, como es el caso de Ricardo Etxeberria e Isabel Collado, dos veteranos que han zapateado muchas herri krosas y que siguen disfrutando de la carrera como el primer día.
El caso de Ricardo es especialmente llamativo. Este vecino del barrio de Gurutzeta ha corrido en casi la mitad de las ediciones de la prueba y su estreno se produjo a raíz de sufrir un infarto.
Por entonces tenía 50 años y estaba ligado al mundo del fútbol, como entrenador de niños. “Fue un palo muy gordo porque, de un día para otro, te dicen que tienes que dejar esa vida que te apasiona”, relata. “Soy de salir a andar mucho, por ejemplo, suelo ir desde Cruces hasta Algorta”, apunta.
Tras el contratiempo médico, el cardiólogo fue el primero en limitarle su forma de vida. “Me dijo: está vida se ha acabado, tienes que abandonar toda aquella actividad que te suponga un sobreesfuerzo y evitar la tensión. Y, precisamente, el día a día en un banquillo de fútbol implica muchas emociones, en ocasiones, superiores a las que el corazón de Ricardo puede aguantar. “Se sufre mucho y me dijo que era mejor dejarlo”, recuerda.

Sin embargo, no es fácil para una persona acostumbrada a llevar una vida activa, con una rutina diaria de kilómetros y kilómetros por el monte, dejarlo todo de golpe. Por eso decidió que quería seguir haciendo aquello que le gustaba. Entonces, un día decidió probarse en una carrera entre Santurtzi y Bilbao. “Fue una experiencia dura”, recuerda. Y eso que se marcó como límite las 135 pulsaciones. “Me controlo mucho con el reloj”, explica. Tras esa primera experiencia decidió probar en la Herri Krosa. “La familia me dijo que no lo hiciera, pero ya llevo 14 ediciones”, indica sobre una fecha que tiene marcada en rojo en el calendario. “Ha habido ediciones que nos hemos pillado auténticas chupas, es lo que tiene el mes de noviembre, pero este año las condiciones son perfectas”. No obstante, parece que esta es su última edición y que tiene decidido colgar las zapatillas, o quizás no, quién sabe... “Me han puesto un reto que es que si vuelvo a correr el año que viene tengo que pagar un comida a la cuadrilla donde ellos elijan... Pero igual la pago con gusto”, bromea. Con 73 años, este funcionario jubilado del Ayuntamiento de Bilbao disfruta corriendo por las calles de la ciudad. Ayer una hora antes del inicio de la carrera ya estaba soltando las piernas por la Gran Vía. “Me gusta madrugar y sentirme activo, no hay mejor medicina”, concluye.
Otra de esas historias humanas destacadas de la Herri Krosa es la que protagonizan Isabel Cabello y su hijo Jesús María Platón. Madre e hijo corren juntos y han convertido está prueba en una tradición familiar. Algo habitual pero que llama la atención cuando se ve la forma física de Isabel a sus 81 años de edad. “He corrido muchas ediciones, ya he perdido la cuenta”, expone ataviada con la camiseta de este año. Su hijo le inició en el mundo del running. “Se jubiló y decidió acompañarme en las carreras” señala Jesús María, de 58 años. Pero no solo eso, también comparten planes de ocio fuera del atletismo. “El viernes fuimos juntos al concierto de Bryan Adams”.
El contrapunto a estas historias lo ponen jóvenes que se estrenaron en la carrera como Patrik, Hegoi, Ekain e Ibai, todos ellos vecinos de Bilbao. Hermanos y amigos, hablaron para disfrutar de una jornada deportiva por las calles de su ciudad. “Poder correr por Bilbao es muy bonito. Hemos entrenado la distancia de diez kilómetros y nos hemos sentido bien. Hemos hecho el recorrido en, aproximadamente, una hora, así que esperamos que vaya bien”, explicaron sobre esas primeras sensaciones y nervios antes del estreno.