AÚN no había nacido Salma Solaun (2-III-2005, Gasteiz) cuando España logró su última medalla mundial en gimnasia rítmica individual. Fue en 1993. Por aquel entonces, en el Campeonato del Mundo celebrado en Alicante, la ilerdense Carmen Acedo consiguió en la prueba de mazas la que es hasta la fecha la única medalla de oro individual de una gimnasta estatal; a la vez, era la última presea española en unos mundiales.

Poco después, en 1996, se fundó en Gasteiz el club Beti Aurrera, que se haría con los servicios de Marga Armas para la responsabilidad de la dirección técnica. El club alavés tuvo que aguardar unos cuantos años más para conocer el talento de Solaun, que, casado con el conocimiento de Armas, ha proyectado a nivel mundial la reputación de esta unión que lidia con la excelencia.

Solaun era ese perfil de agitación constante. De posaderas inquietas. A los 3 años, sus aitas encontraron sedantes para la vida rutinaria en el deporte: la natación y el patinaje. Midiendo la fogosidad, Solaun conoció después la gimnasia rítmica y así nació su pasión, que se cobijó en el club Beti Aurrera, donde Armas desarrolla las aptitudes de la joven Solaun.

En Gasteiz, Solaun ha desarrollado un nivel que le ha convertido en campeona de España júnior de todos los aparatos. De modo que, a las puertas de la primera edición de los Campeonatos del Mundo Júnior, la seleccionadora de la delegación estatal de gimnasia rítmica, Alejandra Quereda, apostó por Solaun para las pruebas de cuerda y cinta. “Nuestro objetivo era enseñar el trabajo y, quizás, si todo estaba de nuestra parte, acercarnos a alguna final; pero ahora mismo estamos viviendo un sueño del que no queremos despertar”, expresa Armas, que viajó para tutelar a su discípula y a la también seleccionada e integrante del club vasco Teresa Gorospe, que fue novena en pelota.

En Moscú, escenario el pasado fin de semana de la edición inaugural, la gasteiztarra de 14 años hizo historia en la gimnasia rítmica española. Con una puntuación de 16,750 en la disciplina de cinta, Solaun se colgaba el metal de bronce, lo que en términos estatales significa estrechar el tiempo desde 1993 hasta el presente. En cuerda fue 16ª. “Parece un milagro, es un balance muy positivo, siendo además de primer año”, valora Armas, que con su tutelaje convierte al Polideportivo de Abetxuko en sede de las mayores esperanzas de la gimnasia rítmica estatal, con la expresión y precisión de una Solaun que, estudiante que compagina su pasión, sin preparadores físicos ni equipo médico, subió al podio del Irina Viner-Usmanova Rhythmic Gymnastics Center, ante 4.000 almas que la aplaudieron.